martes, 22 de enero de 2013
e - 11-M - JUICIO, MUCHAS COSAS Y ALGO DE LEGANÉS
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http://3diasdemarzo.blogspot.com.es/2006/04/anlisis-del-auto-de-procesamiento-del.html
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El juez procesa a 29 de los 116 imputados por los atentados del 11-M en Madrid
12-04-06 - José Yoldi
El juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo procesó ayer a 29 de las 116 personas que él mismo había imputado por su relación con los atentados de los trenes de la muerte cometidos el 11 de marzo de 2004 en Madrid. Más de dos años después de iniciado el sumario, el juez ha redactado un auto de procesamiento gigantesco -1.460 folios- que es un resumen de los principales informes periciales y declaraciones de los imputados y testigos que figuran en la causa, y en el que ni siquiera existe un relato de hechos como tal.
El magistrado imputa los crímenes al terrorismo islamista, en concreto a "un apéndice de una red macroterrorista llamada Al Qaeda", lo vincula a la participación española en la guerra de Irak y no menciona a ETA más que de pasada y para señalar que la fuente que ofrece la información sobre la organización terrorista vasca, José Ignacio Fernández Díaz, Nayo, tiene "nula consistencia".
Dos autores materiales
De los 29 procesados, el juez sólo considera a dos, islamistas, autores materiales de la colocación de bombas: Jamal Zougam, que además proporcionó los teléfonos móviles utilizados para activar las bombas, y Abdelmajid Bouchar, el Gamo, el terrorista que el 3 de abril de 2004 se dio cuenta de la presencia de la policía cuando iba a bajar la basura en el piso de Leganés donde se suicidaron sus siete compañeros y huyó.
El juez les imputa 191 asesinatos terroristas consumados, 1.755 asesinatos en grado de tentativa y cuatro delitos de estragos. La pena que podría corresponderles por esos delitos supera los 32.000 años de prisión para cada uno, pero por aplicación del Código Penal, en caso de ser condenados, no cumplirán más de 40 años de cárcel.
Además, el magistrado ha procesado también como autor de los atentados de los trenes pero como cooperador necesario al ex minero Emilio Suárez Trashorras, que proporcionó los explosivos a cambio de droga. La pena que podría corresponderle sería previsiblemente superior a los 32.000 años de prisión puesto que además de las víctimas de los trenes, a Trashorras se le imputan un total de 11 delitos, entre los que figuran la muerte del geo Francisco Javier Torronteras, y los asesinatos frustrados de sus 18 compañeros.
Igualmente, Del Olmo ha procesado como jefe o miembro de organización terrorista en relación con los delitos cometidos en los atentados a Hassan el Haski, Youssef Belhadj y Rabei Osman, Mohamed el Egipcio. El juez no ha procesado a los siete suicidas de Leganés, porque al estar muertos no tienen responsabilidad penal. El juez no ha procesado a otros presuntos autores materiales que se encuentran huidos, como Daoud Ouhnane, Mohamed Afalah, Mohamed Belhadj y Said Berraj aunque curiosamente en el auto se mencionan los indicios que existen contra ellos. Tampoco se procesa a Moutaz Almallah Dabas, hermano de otro de los procesados Mouhannah Allmallah Dabas, supuesto jefe espiritual del grupo, que está detenido en Londres y cuya extradición se solicitó al Reino Unido.
El auto de procesamiento sólo imputa a Basel Ghalyoun y a Otman el Gnaoui por delitos de integración y colaboración con organización terrorista y otros delitos menores, respectivamente, a pesar de los indicios existentes contra ellos. Ghalyoun fue reconocido en los trenes por dos testigos y Rabei Osman, Mohamed el Egipcio, le menciona como uno de los autores de los atentados. Gnaoui, por el contrario, dejó su ADN en ropas utilizadas por los suicidas, estuvo en la finca de Chinchón donde se ensamblaron las bombas y su móvil le delató como uno de los que había ido a Burgos a recoger los explosivos que Jamal Ahmidan, el Chino, jefe operativo del grupo, traía desde Asturias. El juez, sin embargo, no aprecia que los indicios son suficientes para procesarles por delitos más graves. Ghalyoun fue identificado fotográficamente y en un vídeo por una testigo protegido, pero luego en una rueda de reconocimiento judicial la testigo no lo identificó. El juez hace constar que Ghalyoun pudo cambiar sus rasgos físicos para "no limitar el control de las diligencias de investigación ni por parte de la acusación ni de la defensa".
Del Olmo ha confirmado las prisiones de todos los acusados aunque para cuatro de ellos, tres españoles y un marroquí, ha impuesto distintas fianzas de manera que puedan eludir la prisión preventiva. En concreto, Emilio Llano, al que ha impuesto 25.000 euros; Raúl González, de 35.000 euros; Antonio Toro, de 50.000 euros, y Mahmoud Slimane Aoun, también de 50.000 euros. Llano y González habían depositado la fianza a media tarde, por lo que fueron puestos en libertad.
En total, el juez ha procesado a nueve de los imputados por pertenencia a banda terrorista y a otros doce por colaboración con organización terrorista. Los españoles, la llamada trama asturiana de los explosivos, están procesados en su inmensa mayoría por delito de tráfico, transporte o suministro de sustancias explosivas.
La investigación sigue abierta, pero mientras tanto, el juez ha exigido 445.023.613 euros a los presuntos autores materiales Jamal Zougam, Abdelmajid Bouchar y José Emilio Suárez Trashorras para hacer frente a las indemnizaciones que puedan declararse para las víctimas de los atentados. Además, a Trashorras el juez le reclama otros 8.387.451 euros por las responsabilidades que pudieran declararse por el atentado contra los GEO. El juez ha citado a los procesados para los días 16, 17 y 18 de mayo para tomarles declaración indagatoria, es decir, para que digan si están conformes con el auto.
Respecto a los 85 imputados a los que el juez no ha incluido en el auto de procesamiento, varios de ellos serán juzgados en otras instancias por delitos que no son competencia de la Audiencia Nacional, pero para la mayoría el juez ha levantado las medidas cautelares -presentaciones en el juzgado y prohibición de salir de España- que les había impuesto.
"Red macroterrorista"
En los fundamentos jurídicos, Del Olmo destaca que "la finalidad perseguida por el grupo conformado en España (...) es la misma que busca de manera incesante Al Qaeda. No se trata de pervertir el orden democratico-constitucional de España, se pretende desestabilizar el orden mundial, practicando un terrorismo mucho más atroz del que estamos tristemente acostumbrados en nuestro país, en aras a conseguir imponer a todos una religión y una forma de vida, con desprecio absoluto a los más elementales principios humanos".
"Eso persigue Al Qaeda y en eso estaban dispuestos a coadyuvar los procesados, que constituían en realidad, ni más ni menos, que uno de los miles de tentáculos que esa red tiene dispersos por muchos puntos del planeta". "Podemos decir alto y claro", precisa el auto, "que nos hemos encontrado ante un apéndice de una red macroterrorista llamada Al Qaeda, carente por completo de organización, que emite órdenes asesinas para los que quieran cumplirlas. Pero ese apéndice constituye en sí mismo una organización terrorista asentada en nuestro país".
El juez hace una mención especial a que integrantes de la célula española de Al Qaeda que dirigía Imad Eddin Barakat, Abu Dahdah, como Said Berraj, Said el Mensajero, o Mohamed Belhadj estuvieran implicados en el 11-M.
Los geos heridos en el suicidio de Leganés relataron al juez los momentos previos al estallido: "Entrad, mamones, somos enviados de Alá"
Jorge A. Rodríguez
"Entrad, mamones, somos enviados de Alá". Los terroristas islamistas que el 3 de abril de 2004 fueron rodeados por la policía en un piso de Leganés (Madrid) intentaron en todo momento que los agentes del Grupo Especial de Operaciones (GEO) entraran en el piso. Pero éstos insistieron en que todos tenían que salir de la casa, desnudos y con las manos en alto. El auto de procesamiento hecho público ayer por el juez Juan del Olmo incluye el relato de los policías que rodearon el piso y de varios de los geos que resultaron heridos en la explosión que acabó con la vida de los siete moradores del piso y el asesinato del subinspector Francisco Javier Torronteras.
El relato policial sobre el suicidio del comando, incluido en el auto, arranca con la declaración de los primeros policías que llegaron a Leganés, donde "habían saltado unas tarjetas telefónicas que en principio se encontraban implicadas en los atentados del 11-M". El funcionario relata que, al poco de llegar a la calle de Carmen Martín Gaite, vieron a un joven "muy atlético" bajar una bolsa de basura, de la que sobresalían "las ramas de unos dátiles". Un grupo de policías comenzó a seguirle, pero ese joven, que resultó ser Abdelmajid Bouchar, se percató de ello y salió corriendo a toda velocidad.
No pudieron alcanzarle. 15 minutos después de ese hecho, "empezaron a escuchar gritos en idioma árabe; no eran cánticos, eran gritos (...) que no eran de una sola persona, eran como cinco o seis". Luego empezaron los tiros, "quizás hasta ocho", aunque luego hubo más "hacia el jardín". La zona fue rodeada y los equipos del GEO fueron llegando a la zona "escalonadamente", entre las seis y media y siete de la tarde.
Los geos tomaron posiciones "en las inmediaciones de la entrada de la vivienda", cuenta un agente, ya que "no pensaban entrar a la casa, dado que la sorpresa la habían perdido y entrar dentro era bastante arriesgado". En el interior de la vivienda seguían "los cánticos en árabe y las alabanzas a Alá". Hasta entonces, no se había establecido "ningún tipo de comunicación ni contacto con los terroristas". A gritos, a través de la puerta, se les conminó a salir "sin ofrecer resistencia". La policía incluso buscó a un traductor de árabe, a pesar de que sabía de que los encerrados "hablan o entienden perfectamente castellano".
"Sobre las 20.58, dado que estos individuos no respondían a las comunicaciones de deponer que se les hacían (...) el GEO procede a apertura de la puerta de entrada mediante una voladura controlada de la misma, así como al lanzamiento de granadas lacrimógenas al interior". Torronteras dio orden de gasear. Los funcionarios se colocaron las máscaras antigás y lanzaron siete cargas. Dentro "se hizo el silencio". Pero los gritos volvieron enseguida, más fuerte "y más nerviosos". Mucho más.
Un agente cuenta que, ya con la puerta volada, pasó esto: "Se les intimida para que se entreguen, se les hace ver que están rodeados y que no tienen escapatoria y ellos responden con disparos y gritando que entremos nosotros". "Del piso salían balas, ya que daban en la pared del rellano", porque "no tenían ángulo directo" de disparo contra los policías.
"Ellos [los moradores]", cuenta otro geo, "insistían en que entráramos (...) dijeron 'entrad que os vamos a mandar un emisario por Alá". Torronteras insistió a los terroristas que salieran "desnudos", porque los agentes "tenían miedo de que salieran con explosivos para matarlos". Los islamistas "hablaban medio en español, medio en árabe" y les decían a los policías: "Entrad mamones, Alá es grande, somos enviados de Alá". El agente que cuenta esto último oyó a los terroristas decir que iban a mandar a "un mensajero", a lo que él mismo les contestó: "Si sale alguien, que salga desnudo".
Los geos recibieron entonces el aviso de que el hermano de uno de los encerrados había advertido a la policía de que los integristas, en caso de asalto, "procederían, como ellos denominan, a inmolarse". Torronteras, parapetado tras un escudo, estaba entonces conminado a los terroristas a salir por enésima vez. El subinspector era el único que tenía visión directa del piso. Los terroristas dijeron que iban a enviar "un mensajero". Inmediatamente después, tal y como relata uno de los geos, "se hicieron las tinieblas". Fue el estallido. La explosión mató a Torronteras y acabó con la vida de los siete terroristas. El equipo de 14 geos acabó con heridas y disperso. Uno de ellos recuerda que se sorprendió al verse "en el césped de la piscina".
Los informes de los desactivadores de explosivos, elaborados tras el desescombro de Leganés y sobre los cadáveres de los suicidas, sugiere que los terroristas tenían explosivos en el centro de un supuesto círculo que habían creado. Además, portaban más dinamita "a modo de cinturones o bolsas bomba", ya que parte de la dinamita que no estalló fue hallada "en íntimo contacto" con el cuerpo del terrorista, e incluso, en dos casos, "pegada a sus huesos".
Los informes concluyen que el estallido fue "un acto voluntario de los terroristas islámicos, que deciden suicidarse" y que, además, pensaban utilizar la dinamita "para suicidarse de manera individual, no pudiendo hacerlo por haberles sorprendido una detonación anterior". Con estos datos en la mano, quien el 4 de abril de 2004 era ministro del Interior, el popular Ángel Acebes, sentenció: "El núcleo central que perpetró la masacre [del 11-M] está detenido o muerto en suicidio".
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