ÉCIJA SE INUNDÓ POR CULPA DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA
¿Quien pagará?
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El socialista Juan Wic señala a la apertura de la presa de Iznájar, competencia de la Junta, como posible causante de la crecida sin precedentes del Genil, y asegura que cuando vuelva la normalidad habrá que «evaluar» ese conflicto «de siempre»
Día 08/12/2010 - 14.20h
Agua. Agua por todas partes en la Ciudad del Sol. Écija amaneció ayer anegada por las lluvias. Comercios, colegios, sótanos, garajes, el hospital... Los soldados en las calles. Militarizados, como en los aeropuertos. Y sigue lloviendo para que la tensión de sus vecinos no pueda disolverse. Pero con el susto en el cuerpo, los ciudadanos también echaron mano de la experiencia para mostrar, también, su malestar por una situación tan demoledora como recurrente. Ante tanta cantidad de agua poco puede hacerse, pero no todas las explicaciones de la gente se ceñían ayer a lo que cayó del cielo. Sobre todo, hablaban los astigitanos de lo que vino de las presas cercanas. Ese era el sentir de la calle, atónita ante las dimensiones del temporal cuando «no ha caído tanta agua, otros años ha llovido mucho más». El pantano de Iznájar volvía a ser el centro de la polémica. A primeros de año la localidad sevillana ya vivió una situación de alerta por la apertura del embalse con las lluvias, que genera una gran crecida del Genil, el río que abraza a la ciudad de las torres. Aquella era la enésima ocasión. Cuando esa presa roza el noventa por ciento, suelta agua. Peligro. En un par de días, todos los litros que salen de Iznájar recorren casi cien kilómetros de ribera y se plantan a la altura de Écija. El lío. Pero lo que otras veces ha sido alarma por exceso de paciencia en el desembalse, en esta ocasión se antoja como toda una precipitación por parte de los gestores del dique —la Agencia del Agua, o sea, la Junta de Andalucía—, el más grande de toda la región y que ha estado soltando agua en los últimos días cuando no llegaba al ochenta por ciento de su nivel. Si a eso se le suman los 120 litros por metro cuadrado caídos, el resultado presa abajo no puede ser otro más que el caos.
Lo que era la auténtica cantinela de la calle fue luego corroborada por el propio alcalde, el socialista Juan Wic, que departió con ABC para explicar los pormenores de lo que calificó como «inundación histórica». Primero, tras reunirse con los gerifaltes autonómicos y representantes del Gobierno central, los datos oficiales: 7,36 metros de altura del Genil a las seis y media de la mañana —registro que jamás se había dado—, 1.120 metros cúbicos de caudal, unas 800 viviendas desalojadas, 3.000 familias afectadas, un 30 por ciento del casco urbano afectado y situación sin precedentes. Después, intentando arrojar luz a una «inexplicable» inundación si sólo se tienen en cuenta los litros caídos. Wic explicó que «se han acometido obras como el desvío del cauce del Genil, la creación de diques con estaciones de bombeo y una limpieza del arroyo de la Argamasilla —encauzado y que atraviesa la localidad— que nunca se había realizado. En estos momentos, además, se está solucionando un cincuenta por ciento del problema, el desvío del Argamasilla, con una obra que cuesta 30 millones que está haciendo la Agencia del Agua de la Junta. Ya en enero de este año el río alcanzó seis metros de altura y entonces el arroyo provocó la anegación de la Puerta de Osuna, pero el río no penetró en el pueblo. Y en eso estábamos cuando nos encontramos ayer a las cinco de la tarde con 110 litros por metro cuadrado en la cabecera de la cuenca del Genil. No teníamos ninguna previsión de que esto pudiera darse...».
No eludió el alcalde, eso sí, referirse a la cuestión más espinosa. Se le preguntó por la apertura del pantano de Iznájar. Y no se escondió. «Esa es una preocupación que tenemos siempre —dijo—. Ahora el nivel está en torno al 79 por ciento, por debajo de los límites de seguridad, pero es posible que hace dos días desembalsara, y eso tiene un tiempo de llegada a Écija, por lo que todo podía haber confluido... Eso ha provocado una situación totalmente desconocida en la historia del municipio». ¿Se trata, por tanto, de una imprudencia en el desembalse? «Esto es un tema muy delicado —señaló Wic—. Si un pantano supera los límites, desembalsa, porque el mal que se podría producir sería mayor que el de un desembalse controlado. Yo sé que el pantano no ha desalojado agua desde ayer para acá, pero todo lo demás habrá que empezar a evaluarlo cuando solucionemos el problema que tenemos ahora». Desde el día 1 de diciembre, de hecho, la presa de Iznájar está soltando agua. Los responsables de la Junta presentes en Écija (delegada del Gobierno en Sevilla, delegado de Medio Ambiente, director general de interior, emergencias y protección civil) no quisieron atender a este periódico al surgir el debate, ciñéndose a las palabras del consejero Luis Pizarro de la mañana, que nada dijo al respecto. Faustino Valdés, subdelegado del Gobierno, rechazó por su lado que el embalse tuviera nada que ver. «No, no, eso está cerrado...».
Y encima, el arroyo
El desembalse, de esta forma, parece una de las causas de la inundación añadidas «artificialmente» a la lluvia en sí. Pero no se antoja como la única. También entre los ciudadanos se señalaba al arroyo de la Argamasilla, «que siempre da problemas». Ya en la gran inundación de 1997 ese cauce entubado dio muchos problemas al reventar y en la madrugada de ayer pasó algo similar. Desde hace trece años se esperan las obras que la Junta debe acometer, trabajos que inició hace aproximadamente un año y que estarán acabados en 2012. Demasiado tiempo. Tanto que en la madrugada de ayer el arroyo acabó con las alcantarillas de nuevo. Además, las complejas labores de limpieza del mismo se iniciaron tarde y, por supuesto, no han concluido cuando deben. Por si fuera poco, los motores que lanzan el agua de este arroyo subterráneo al propio Genil estaban estropeados —los vecinos hablan de robos del cobre de la maquinaria— y no arrancaron tras las pertinentes reparaciones hasta que el agua ya se había extendido por medio pueblo. Y es que no sólo llueve. Hay precipitaciones climatológicas y precipitaciones administrativas. Cuando surge una de las dos, mal asunto. Cuando ambas confluyen, desastre asegurado.
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