Jaque a España: rescate, europeseta o quiebra
Cada vez son más los analistas y organismos que dan por descontado el rescate de España. Bruselas sigue debatiendo a puerta cerrada la posibilidad de crear dos tipos de euro, uno "nórdico" y otro mediterráneo, así como un mecanismo de "quiebra ordenada" de países.
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Herbert dijo el día 5 de Julio de 2010 a las 14:48:39:
Pues no le falta razón a Montesin: Mucho bla, bla, bla. El problema es que Zapatero es imprevisible, dice una cosa hoy y hace la contraria mañana. Hace una cosa ahora, y la contraria cinco minutos después, dependiendo de la dirección del viento. Por eso todo el mundo anda loco.
En fin, que el principal problema es de confianza. Si los mercados y los gobiernos de otros países confiaran en el gobierno de España, el problema no sería ni mucho menos tan grave. Si, es verdad que este mes vencen 25.000 millones de deuda pública, pero ese dinero no tendría porqué escapar de la financiación española, al menos no una parte significativa.
De hecho, ese dinero necesita colocación, y lo más probable, pase lo que pase, es que gran parte del mismo entre de nuevo en deuda española, porque no puede permanecer sin ningún rendimiento: no estamos hablado de cuatro duros que se colocan enseguida en cualquier parte, así que no tendrán más remedio que enjugar de nuevo buena parte de esa deuda.
El problema es que el gobierno español crea tal incertidumbre, que los fondos tratan de colocar la menor cantidad posible en España, lo que provoca el aumento de los tipos de interés a los que el gobierno español puede financiarse.
Con el asunto de la crisis, el mercado de deuda está ávido de dinero, así que los inversores tienen más facilidad para colocarlo en deuda más solvente. Estamos compitiendo con USA, Alemania, etc, economías mucho más solventes que la nuestra.
El aumento de tipos significa que la deuda será más difícil de pagar, de manera que la situación, aunque nos fuerce a reducir deuda, también nos acerca más a la suspensión de pagos. Mientras tanto, Zapatero simplemente no se entera de la movida; sus dos tardes de economía no dan para tanto, y la gente que le rodea sólo anda a llevarse el sueldo a casa.
Lo que España no consiga colocar, tendrá que comprarlo Alemania, porque la alternativa es la suspensión de pagos, y eso significaría cerrar muchos grifos indispensables.
En cuanto a la división del euro en dos, si lo llevan a cabo acabaría dividido en tres o cuatro. Alemania, del mismo modo que no quiere tolerar las debilidades financieras de los PIIGS, tampoco va a soportar mucho tiempo las de Francia, que no le andan muy a la zaga. Un euro sin Francia ya no sería un Euro, sería un marco un poco mayor. Una vez pasada la atención de los mercados sobre España, se centraría sobre Francia: el franco francés acabaría volviendo.
Por el lado de los PIIGS la cosa es todavía más complicada, porque andamos cada cual a nuestro ritmo. Italia y España serían los grandes de ese euro de segunda, pero ambos países andan siempre con el pie cambiado.
Las finanzas de España tienen una tendencia histórica a oscilar arriba y abajo, entre periodos de bastante solvencia y otros al borde de la suspensión de pagos, cuando no entrando de lleno en ella. No olvidemos que cuando España entra en el euro, lo hace en mejores condiciones económicas que las mismas Alemania y Francia quienes, al contrario que España, no cumplían los criterios iniciales de entrada en déficit público e inflación.
Sin embargo, los gobiernos italianos parecen especialistas en bandearse siempre a cierta distancia de la insolvencia sin llegar a tocarla. Nuestro euro sería un tobogán, y ni los dos grandes ni los menores (Portugal, Grecia, Irlanda...) lo aguantarían mucho tiempo.
Almania quiso el euro más que nadie. Hay que estar a las duras y a las maduras, así que ahora les toca aguantarse y tirar del carro. La idea era buena, el problema es que no se ató en corto a quienes podían destrozarla con el paso del tiempo. La soberanía sobre el déficit público debió ser traspasada a un organismo comunitario, al mismo tiempo que se traspasó la soberanía para imprimir dinero.
En fin, que el principal problema es de confianza. Si los mercados y los gobiernos de otros países confiaran en el gobierno de España, el problema no sería ni mucho menos tan grave. Si, es verdad que este mes vencen 25.000 millones de deuda pública, pero ese dinero no tendría porqué escapar de la financiación española, al menos no una parte significativa.
De hecho, ese dinero necesita colocación, y lo más probable, pase lo que pase, es que gran parte del mismo entre de nuevo en deuda española, porque no puede permanecer sin ningún rendimiento: no estamos hablado de cuatro duros que se colocan enseguida en cualquier parte, así que no tendrán más remedio que enjugar de nuevo buena parte de esa deuda.
El problema es que el gobierno español crea tal incertidumbre, que los fondos tratan de colocar la menor cantidad posible en España, lo que provoca el aumento de los tipos de interés a los que el gobierno español puede financiarse.
Con el asunto de la crisis, el mercado de deuda está ávido de dinero, así que los inversores tienen más facilidad para colocarlo en deuda más solvente. Estamos compitiendo con USA, Alemania, etc, economías mucho más solventes que la nuestra.
El aumento de tipos significa que la deuda será más difícil de pagar, de manera que la situación, aunque nos fuerce a reducir deuda, también nos acerca más a la suspensión de pagos. Mientras tanto, Zapatero simplemente no se entera de la movida; sus dos tardes de economía no dan para tanto, y la gente que le rodea sólo anda a llevarse el sueldo a casa.
Lo que España no consiga colocar, tendrá que comprarlo Alemania, porque la alternativa es la suspensión de pagos, y eso significaría cerrar muchos grifos indispensables.
En cuanto a la división del euro en dos, si lo llevan a cabo acabaría dividido en tres o cuatro. Alemania, del mismo modo que no quiere tolerar las debilidades financieras de los PIIGS, tampoco va a soportar mucho tiempo las de Francia, que no le andan muy a la zaga. Un euro sin Francia ya no sería un Euro, sería un marco un poco mayor. Una vez pasada la atención de los mercados sobre España, se centraría sobre Francia: el franco francés acabaría volviendo.
Por el lado de los PIIGS la cosa es todavía más complicada, porque andamos cada cual a nuestro ritmo. Italia y España serían los grandes de ese euro de segunda, pero ambos países andan siempre con el pie cambiado.
Las finanzas de España tienen una tendencia histórica a oscilar arriba y abajo, entre periodos de bastante solvencia y otros al borde de la suspensión de pagos, cuando no entrando de lleno en ella. No olvidemos que cuando España entra en el euro, lo hace en mejores condiciones económicas que las mismas Alemania y Francia quienes, al contrario que España, no cumplían los criterios iniciales de entrada en déficit público e inflación.
Sin embargo, los gobiernos italianos parecen especialistas en bandearse siempre a cierta distancia de la insolvencia sin llegar a tocarla. Nuestro euro sería un tobogán, y ni los dos grandes ni los menores (Portugal, Grecia, Irlanda...) lo aguantarían mucho tiempo.
Almania quiso el euro más que nadie. Hay que estar a las duras y a las maduras, así que ahora les toca aguantarse y tirar del carro. La idea era buena, el problema es que no se ató en corto a quienes podían destrozarla con el paso del tiempo. La soberanía sobre el déficit público debió ser traspasada a un organismo comunitario, al mismo tiempo que se traspasó la soberanía para imprimir dinero.
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