Siguen jugando con fuego
Los secesionistas, ya sean duros o simpáticos, continúan su marcha porfiada hacia el prometido choque de trenes con España.
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CATALUÑA
El miedo terapéutico
Por Eduardo Goligorsky
El pasado 17 de abril Enric Juliana, el zahorí mayor del somatén mediático catalán, La Vanguardia, publicó un extenso artículo tremendista titulado "La tormenta pluscuamperfecta". Su contenido parecía imaginado para lograr lo que los ingleses definen, gráficamente, como put the fear of God in your body, o sea, "meter el temor de Dios en tu cuerpo". Y lo conseguía.
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El artículo enumeraba minuciosamente todas las desgracias económicas, sociales, institucionales, políticas y diplomáticas que se han abatido sobre España en los últimos años, con especial hincapié en las más recientes. Si Enric Juliana está asustado, y se esmera por transmitir su miedo a los demás, eso significa que en el seno del entramado separatista se avizoran tiempos difíciles y que aparecen discrepancias entre, por un lado, las corrientes irracionales partidarias del cuanto peor, mejor, corrientes a las que la crisis se les antoja un buen estímulo para la ruptura, y, por otro, los sectores que he bautizado como secesionistas simpáticos, con Josep Antoni Duran Lleida a la cabeza, que temen perder la llave de la caja de caudales en el rifirrafe. Juliana cierra su catálogo de horrores con una significativa advertencia:
La empanada mental
A veces, me susurra un amigo, se cumplen los versos de Hölderlin: "Allí donde arrecia el peligro, crece lo que nos salva."O sea, el miedo puede obrar como una pócima terapéutica.
La empanada mental
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