sábado, 12 de mayo de 2012

9-1: ALBERT BOADELLA Y LA CHUSMA, QUE NO ESTÁ SEGURO, SI VOLVERÁ A VER


Albert Boadella
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Chusma

29/02/2012

Chusma es un término que hoy entra de lleno en lo que ahora se llama la incorrección política y no suele utilizarse porque se da por sentado que se refiere a un estrato social desaparecido del mundo desarrollado. La primera vez que de niño escuché esta calificación social fue en boca de mi padre. Era en un relato sobre los tiempos de la guerra civil. Mi padre no mantuvo nunca silencio ante el tema como lo hizo la  mayoría de su generación, y en este caso concreto, creo recordar que se trataba de los inicios del conflicto porque se refería a un grupo de revolucionarios que asaltaron un quiosco-estanco en las Ramblas de Barcelona. Los salteadores parece ser que abrían atropelladamente las cajas de Habanos y los encendían sin demasiados protocolos al grito de “Antes se los fumaban los burgueses ahora nos toca a nosotros” Mi padre afirmaba que cuando presenció el espectáculo de aquella chusma descontrolada y en plena actividad, algunos de ellos con dos puros entre los labios, fue definitivo para comprender que la republica acabaría perdiendo la guerra. Suele suceder que en ciertos momentos de nuestra vida una sola imagen es capaz de sintetizarnos la complejidad de toda una coyuntura humana y provocarnos una especie de augurio sobre la deriva de los acontecimientos futuros. Son destellos premonitorios que no debemos ignorar nunca.
No tengo la impresión que la chusma haya desaparecido de nuestra sociedad. Es más, creo que existe gente cuya mayor satisfacción es sentirse chusma. Se trata de un reflejo primario de la actuación en manada muy difícil de erradicar y que resurge con mayor fuerza en tiempos difíciles. Otra cosa es que tratemos de encubrir el vil comportamiento bajo la coartada de la libertad de expresión y manifestación, o bien calificar de ciudadanos indignados ante las duras circunstancias el tropel amenazante. Podemos recurrir a toda clase de atenuantes ante los más bajos impulsos gregarios pero ¿Porque disfrazar el lenguaje obvio? Si le aplicamos su calificativo preciso la propia historia del término se torna especialmente reveladora y nos informa mejor de sus riesgos ¿No es más exacto denominar chusma a los grupos que vociferan amenazas e insultos a las puertas de un juzgado? ¿No son chusma quienes ante un ciudadano que aun no ha sido condenado deben ser contenidos por la policía para no lincharlo? Y así encontraríamos numerosos ejemplos que se van multiplicando día a día.
Puedo asegurarles que siempre me sobrecoge esta horda que en pleno horario laboral y bajo los climas más intempestivos se desgañita vociferando un sinfín de improperios sobre un desdichado que está ya en manos de la justicia. Precisamente, hoy ante las lapidaciones mediáticas y los juicios paralelos, estamos asistiendo a una sobreexcitación del segmento de chusma que alberga nuestra sociedad. Si la proporción se limita exclusivamente a la que actúa contra Urdangarin o Camps, por poner un ejemplo, no parece revestir mayor riesgo, pero quien puede asegurar que el efecto mimético que inducen estas cuadrillas tan publicitadas no puede acabar estimulando los bajos fondos de la gran ignorancia colectiva. El único antídoto es pensar individualmente como ciudadano pero mucho me temo que esta variedad humanista es todavía minoritaria en España.
Francamente, no estoy seguro que no se vuelva a repetir el episodio de los puros. 

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