viernes, 13 de abril de 2012

Y ENTONCES APARECIÓ UN TAL SCHUSTER

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HISTORIA DE LA EUROCOPA


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El efecto Schuster
Mucho menos igualado estuvo el otro grupo. Alemania logró deshacerse de Checoslovaquia primero (1-0) y de Holanda después (3-2) con un hat-trick de Allofs. Pero fue sobre todo la magia de Bernd Schuster lo que permitió que los germanos encararan –gracias también a los otros resultados– el último choque, ante Grecia, ya como campeones de grupo. Holanda se marchó como tercera, sin opción si quiera de disputar la final de consolación, protagonizando así la gran decepción de la competición. Alemania, plena de suplentes, empató ante los helenos, para cerrar el grupo imbatida.
En la final, Bélgica quería culminar su cuento de hadas. Había llegado machada a machada hasta el último escalón, y veía las puestas del cielo muy cerca. Además, había recuperado para la causa a Wilfried Van Moer, el futbolista de más clase de aquella generación, un mago del balón que, a sus 35 años, todavía seguía impartiendo lecciones. Sin embargo, no fue suficiente ante el imberbe Schuster.
Porque el alemán se hizo desde el inicio el dueño absoluto del centro del campo. Bien pronto lo dejó claro cuando, a los 10 minutos, una acción suya terminó con el gol del veteranoHorst Hrubesch. Con el tempranero tanto más la exhibición germana a la que estaba asistiendo el Olímpico de Roma, parecía que la final estaba encarrilada. Pero los belgas, gracias sobre todo a la colosal actuación de Pfaff, consiguieron mantenerse vivos y, a falta de 15 minutos para el final, se encontraron con un penalti a su favor que no desaprovecharía Vandereycken.
 Otra vez empate. Otra vez una prórroga. Y en la mente de todos los alemanes, la final de la Eurocopa anterior, que se marchó a los penaltis para terminar cayendo derrotados ante Checoslovaquia. Pero entonces volvió a aparecer la figura del goleador Hrubesch, quien de cabeza remató un saque de esquina botado por Rummenigge, otra de las sensaciones de la competición.
Alemania se volvía a proclamar campeona de Europa, la única selección que repetía título. Pero el principal mérito radicó en el hecho de que en plena regeneración de la selección germana –entre medias del título mundial del 74 y el del 90– se logró otro gran título, y con brillantez. Aunque claro, con Schuster al mando todo era más fácil...
 




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