-
Cortoletraje
Introito
http://libros.libertaddigital.com/historia-moral-del-terrorismo-1276237148.html
Comentarios
en el link
Si no fuera porque se prestaría al equívoco, Sangre y rabia se podría subtitular con provecho "Una historia moral del terrorismo". Eso plantea un problema de interpretación. Burleigh se autodenomina conservador realista, alejado por tanto de los postulados para él más ideológicos de los neoconservadores. Niega, a veces con ironía demoledora, cualquier trascendencia al gesto terrorista. En este aspecto, Burleigh, tanto como académico, se muestra militante, y preconiza un cambio radical en el enfoque de la cuestión. Es obvio, por ejemplo, que piensa que el IRA no fue derrotado mediante las negociaciones con el gobierno de Tony Blair, sino por el trabajo previo de la policía y de los servicios de inteligencia.
Burleigh no rechaza que el terrorismo pueda tener efectos políticos, ni que pueda haber políticas que lo favorezcan. En el último capítulo, un poco confuso, recomienda que se ponga fin a las políticas multiculturales, como efectivamente se ha empezado a hacer en Europa. También esboza algún apunte acerca de la relación entre terrorismo y países en vías de desnacionalización o desnacionalizados, como España. El diagnóstico no se presta al optimismo. Las bestias fanáticas, a medias entre la enfermedad mental y la delincuencia profesional, siguen contando con la complicidad de un grupo cada vez más amplio que se considera heredero de la razón y la Ilustración.
Introito
http://libros.libertaddigital.com/historia-moral-del-terrorismo-1276237148.html
Comentarios
en el link
Si no fuera porque se prestaría al equívoco, Sangre y rabia se podría subtitular con provecho "Una historia moral del terrorismo". Eso plantea un problema de interpretación. Burleigh se autodenomina conservador realista, alejado por tanto de los postulados para él más ideológicos de los neoconservadores. Niega, a veces con ironía demoledora, cualquier trascendencia al gesto terrorista. En este aspecto, Burleigh, tanto como académico, se muestra militante, y preconiza un cambio radical en el enfoque de la cuestión. Es obvio, por ejemplo, que piensa que el IRA no fue derrotado mediante las negociaciones con el gobierno de Tony Blair, sino por el trabajo previo de la policía y de los servicios de inteligencia.
Burleigh no rechaza que el terrorismo pueda tener efectos políticos, ni que pueda haber políticas que lo favorezcan. En el último capítulo, un poco confuso, recomienda que se ponga fin a las políticas multiculturales, como efectivamente se ha empezado a hacer en Europa. También esboza algún apunte acerca de la relación entre terrorismo y países en vías de desnacionalización o desnacionalizados, como España. El diagnóstico no se presta al optimismo. Las bestias fanáticas, a medias entre la enfermedad mental y la delincuencia profesional, siguen contando con la complicidad de un grupo cada vez más amplio que se considera heredero de la razón y la Ilustración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario