domingo, 29 de junio de 2014

GOBIERNO TECNOCRATA DE FRANCO, UN GRAN ÉXITO. ¡¡¡NO HABÍA POLÍTICOS!!!

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  • david respondida hace 5 años
El término tecnocracia se deriva de los vocablos griegos tecnos ("técnica") y kratos ("fuerza", "dominio" o "poder"),por tanto, tecnocracia significa literalmente "gobierno de los técnicos". El "técnico que gobierna" es por consiguiente un tecnócrata, o más bien lo que se consideraría como que la tecnocracia es el gobierno llevado por un técnico o especialista en alguna materia de economía, administración, etcétera; que ejerce su cargo público con tendencia a hallar soluciones apegadas a la técnica o técnicamente eficaces por encima de otras consideraciones ideológicas, políticas o sociales. El tecnócrata es quien es partidario o implementa la tecnocracia. La primera tecnocracia que se concibió fue la del gobierno de sabios en la República de Platón.

El término tecnocracia se impone a partir de los primeros años 1930 para indicar la progresiva expansión —alentada por parte de algunos, temida por otros— del poder de los técnicos de producción (químicos, físicos e ingenieros) basado en el supuesto de que quien está capacitado para gobernar el proceso industrial empresarial está capacitado para gobernar no solamente enteros sectores productivos, sino también la sociedad industrial en su conjunto.

Los técnicos industriales son pronto reemplazados por la clase de los "directores", que debe su fortuna al debilitamiento de la función de la propiedad —ya sea en su faceta de titularidad, con la sociedad por acciones, ya sea en su faceta decisional—, característico de los grandes grupos industriales. Con la creciente intervención del Estado en la vida económica de los pueblos, con la planificación económica y con la integración entre industria y sistema de defensa durante los periodos bélicos, con la carrera armamentística durante la llamada Guerra Fría, el tecnócrata medio se abre a los más altos niveles de la burocracia estatal y de los aparatos industrial-militares, además de, evidentemente, a exponentes de renombre de las facultades universitarias científicas, tecnológicas y económicas, con un trasvase continuo de una realidad a otra, ejemplificado por la carrera de Robert S. McNamara, en primer lugar presidente de la Ford Motor Company, luego ministro de Defensa de EE. UU. en la época de la guerra de Vietnam (1965-1975) y finalmente presidente del Banco Mundial.

La importancia económica y social de los flujos financieros e informativos de los años ochenta determina una imponente aportación del mundo de las finanzas, de la informática y de la comunicación en la formación de la mentalidad y del personal tecnocráticos. No obstante, la calificación de tecnócrata se otorga al técnico no como especialista, sino más bien como presunción de poseer los elementos para aplicar la técnica al gobierno de todo entorno humano.

Entre las denominadas familias políticas del franquismo, se denominaron tecnócratas a los que dirigieron el área económica de los gobiernos desde el Plan de Estabilización de 1959, muchos de ellos en la órbita del Opus Dei.

Contenido [ocultar]
1 La ideología tecnocrática
2 El poder tecnocrático
3 Tecnocracia y mundialismo
4 Tecnocracia y totalitarismo
5 Utilización del término
6 Véase también



La ideología tecnocrática [editar]Por regla general, se atribuye la primera expresión consciente de la ideología tecnocrática al filósofo y sociólogo francés Claude-Henri Rouvroy, conde de Saint-Simon (1760-1825), que en su obra Réorganisation de la société européenne, de 1814, afirma:

"Todas las ciencias, no importa de la rama que sean, no son más que una serie de problemas que solucionar, de cuestiones que examinar, y se diferencian entre ellas sólo por su naturaleza. De esta forma, el método que se aplica a alguna de ellas conviene a todas las demás por el mero hecho de que conviene a algunas [...]. Hasta el momento el método de las ciencias experimentales no ha sido aplicado a las cuestiones políticas: cada uno ha contribuido con sus propias formas de ver, de razonar, de evaluar, y la consecuencia es que todavía no hay exactitud de soluciones ni generalidad de resultados. Ahora ha llegado el momento de superar esta infancia de la ciencia".

Claude-Henry Rouvroy, conde de Saint-Simon
Saint-Simon es el primero que propone para el poder político a aquellos que, en su época, lideran el proceso de transformación económica en Francia, los dirigentes industriales y los técnicos; augurando el reemplazo de la política por la ciencia de la producción, el "gobierno de los hombres" por "la administración de las cosas".

Por los mismos derroteros circula otro filósofo y sociólogo francés, Auguste Comte (1798-1857). Contemplando la sociedad industrial, científica y tecnológica como fruto de toda la historia universal, saca la conclusión de la necesidad de una dirección tecnológica y no política de la sociedad. La ideología tecnocrática se fundamenta en una concepción del radio de acción y del método de la ciencia, de las relaciones entre la ciencia y la técnica y del papel social d
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Otras respuestas (1)

  • Angel respondida hace 5 años
    Hasta el día de hoy, Carmen Franco Polo –hija de Francisco Franco y de Carmen Polo-, nunca había contado su historia. Por primera vez ha concedido una serie de entrevistas sobre su padre a los historiadores Stanley G. Payne y Jesús Palacios (Franco, mi padre, La Esfera de los Libros, Madrid, 2008), en las que nos ofrece una visión única e íntima de una de las personas más cercanas al dictador. Al referirse a la gran crisis del régimen que Franco resolvió nombrando su octavo gobierno en febrero de 1957, por el que se ponía fin a la etapa falangista y se abría el futuro hacia los gobiernos de la tecnocracia, la única hija del hombre que rigió los destinos de España durante casi cuarenta años, dice textualmente (Op. cit., pág. 85):...

    “Carrero fue, en realidad, el que más representó ese gobierno, o sea, era el valedor de todos esos tecnócratas, muchos de ellos del Opus Dei, y mi padre se adaptó a ese gobierno porque le parecía que era la gente más capacitada para asumir esa etapa. Y tuvo mucha amistad con algunos; por ejemplo, López Bravo era muy amigo suyo. Le caía muy bien. Mi padre recibió varias veces a don Josemaría Escrivá de Balaguer. Las relaciones con él fueron muy buenas, sí, muy buenas, hasta su muerte; al final, quizás un poco menos, pero cada dos o tres meses lo recibía, o sea, se hablaban. Había un librito que se llamaba Camino, que era como un libro de meditaciones, que mi madre tenía en la mesilla de noche, de manera que era un poco como una masonería católica; porque tenían también el deber de ayudarse mutuamente todos los numerarios y eso. No le parecía mal. A la gente le sentaba mal, a Cristóbal, mi marido, le sentaba fatal lo del Opus, pero a papá no, a él le gustaba. Como organización religiosa mi padre la conocía bastante, y veía mucho, como digo, a monseñor Escrivá de Balaguer, y siempre decía que no le gustaba tanto la cosa esa, como de la masonería, de ayudarse unos a otros. Le parecía poco justo, sobre todo cuando había elecciones de algún miembro para... No sé cómo decirlo. Siempre los del Opus Dei apoyaban a los del Opus Dei, fueran más listos o más tontos. Daba igual. Siempre empujaban a los suyos y esa cosa no le gustaba demasiado, pero los encontraba muy capaces. Pensaba que era importante, sí. Que cada tiempo tiene las órdenes religiosas diferentes, o sea, lo que estaba bien en la Edad Media ahora tiene poca salida. Entonces, creía que era una manera de tener seglares católicos que influyeran en la marcha de los países. Le parecía bien. Le gustaba el Opus”.

    De sobra son conocidos los muy directos lazos de amistad y de apoyo de todo tipo que el Opus Dei prestó y recibió personalmente de Franco, su régimen y respectivos gobiernos, sobre todo el llamado gobierno de los “Lópeces”.

    El Opus tuvo siempre con Franco y sus diferentes gobiernos un bendito, peculiar y extraordinario contacto de comunicación debido a los muy muchos personajes del clan de los “Lópeces” (aquí hay que incluir a todos los subsecretarios, directores generales y demás miembros de la Obra de segunda fila en los gobiernos de la dictadura). No deben olvidarse los muy fructíferos años que pasaron juntos y en extraordinaria armonía Opus Dei, Franco y su gobierno, en bendita política y religiosa amistad de casi hermanos en todo, incluida la financiera empresarial y bancaria como la más importante.

    Pero lo curioso es que el Opus Dei parece querer echar al olvido esa tan fructífera y fundamental etapa de su historia. Para comprobarlo no tenemos más que dar un repasón a los distintos libros que sobre la institución y su fundador han escrito ellos mismos. Los biógrafos (más exacto, hagiógrafos) e historiadores, que comen, duermen, rezan y laboran para y por el Opus Dei, nada cuentan de este importante y sustancioso capítulo.

    No es fácil hacer y realizar análisis de la historia pasada en todos sus diferentes conceptos, pero si analizamos los tiempos de la dictadura de Franco, hay que reconocer como punto positivo que, gracias a los tecnócratas del Opus Dei y su estrategia económica y brillante sutileza introdujeron las medidas correctivas para lograr poco a poco el necesario intercambio de economía y tecnocracia por incipiente apertura democrática, eso sí, permanentemente vigilada por censores, inquisidores, policías y caciques de Franco.
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