martes, 14 de enero de 2014

COMENTARIOS sobre el Juez Serrano que circunscribe los suicidios de varones con falsas denuncias de violencia (5)


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El juez Serrano dice que los suicidios masculinos se han disparado a causa de la Ley de Violencia de Género

El suicidio masculino se ha disparado tras la Ley de Violencia de Género, afirma el juez Francisco Serrano, que ha sobresalido en los últimos tiempos por denunciar que esta ley produce aplicaciones perversas que dañan principalmente a los hombres.

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berdonio dijo el día 13 de Octubre de 2010 a las 19:00:41:
El mal radica en el socialismo, en la interpretación colectivista (clasista, sexista, nacionalista, racista, etc.) de la realidad humana. Para el socialista, el individuo es irrelevante y nada más que una insignificante célula del auténtico sujeto de interés, la clase en la que está inserto. Todos y cada uno de nosotros somos meros componentes perfectamente sacrificables en aras del pretendido resultado social. Esto significa, por ejemplo, que la presunción de inocencia individual quede enervada cuando previamente se ha decidido que el grupo es culpable; si perteneces a una clase estigmatizada como tal, la carga de la prueba se invierte y tendrás que demostrar tu inocencia más allá de toda duda razonable. Eso en el mejor de los casos, si no eres directamente condenado por puro efectismo deliberado, es decir, terrorismo.
La LVG es terrorista. Y lo es no porque haya sido diseñada para inducir a la desesperación y al suicidio a miles de hombres -que lo hace, aunque quiero pensar que como efecto colateral no intencionado-, sino porque tiene por objeto transmitir un inequívoco mensaje al “género” masculino: las relaciones de poder han cambiado y más te vale que abdiques de tu dignidad y derechos porque de otro modo serás condenado. Puro terrorismo con resultado en no pocos casos de tragedias sangrientas.

Es decir, no se trata de meras y contingentes denuncias falsas o infundadas que anómalamente puedan prosperar, sino de vicios estructurales deliberados a fin de articular una violencia de Estado metódica, un maltrato institucional sistemático, con fines políticos bien concretos. Que nada tienen que ver, no se equivoquen, con erradicar lacras sociales, sino, bien al contrario, alimentarlas en una espiral diabólica: los socialistas, los políticos, viven como reyes de crear problemas donde no los hay y luego convertirse en el “imprescindible” remedio (bombero pirómano). Así crean y fomentan el paro, los agravios nacionalistas, las deudas históricas, las “violencias” empresariales y de género… y toda suerte de violencias reales e injusticias. Es su modus vivendi, del que hacen partícipes, naturalmente, a los interesados esbirros y grupos de presión parásitos que trafican con el sufrimiento ajeno transformándolo en un pingüe negocio.

La LVG es también estudiadamente anticonstitucional porque para minar progresivamente el valladar constreñidor de la política que suponía la Constitución nada mejor que abrir fisuras que demuestren que se la puede violentar impunemente si es por una “buena causa”. Una vez que se asienta la perversión de que el fin justifica los medios se acabo la libertad y dignidad ciudadana.

Para tan depravados propósitos necesitan incurrir en el más absoluto desprecio de la lógica y el sentido común. Así, han identificado a un supuesto generalizado machismo como chivo expiatorio justificante de sus criminales políticas totalitarias (en paralelo a como recurren al fantasma del “capitalismo salvaje” para dar rienda suelta a sus expolios, injerencias y envenenados discursos sobre lucha de clases) Sorprende que si tan generalizado está hayan podido manipular a tanto idiota, pero lo más chocante es que ese machismo sólo se circunscriba y necesariamente se manifieste en los casos de relación sexual. Si un hombre ataca a su hermana, a su casera o a otro tío por haberle quitado la novia, aquí no puede haber motivación machista. Ésta se manifiesta sólo y SIEMPRE que haya habido un ponzoñoso vínculo sexual que se apodera automática y permanentemente de la voluntad masculina transformando al hombre en peligroso agresor irresponsable pero culpable. 

Por supuesto, el sexismo inverso, el hembrismo, no existe; y ello a pesar de la legislación socialista claramente discriminadora llamada “positiva”. Aunque en esto último voy a darles la razón: no es hembrismo sino el machismo de siempre, el proteccionismo de cuota a la hembra del harén, a la yegua del serrallo del macho alfa, del político, del poderoso de siempre que quiere convertir a sus rivales en eunucos.
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