viernes, 28 de septiembre de 2012

2 - INDEPENDENCIA CATALANA: PARA QUE SE NECESITA EL NACIONALISMO. FRANCESC DE CARRERAS


en La Vanguardia

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La figura del enemigo es siempre una pieza esencial en el campo de juego que establece el nacionalismo para desarrollar su acción política. Como es un dogma de fe que la patria, tal como la definen aquellos que la monopolizan, nunca se equivoca, es imposible que los patriotas cometan error alguno. El culpable de los males de la patria siempre es un enemigo perverso y hostil, tenaz e incansable, cuya única voluntad es destruirla. En la identificación de este enemigo está la clave del éxito.
Si Hitler triunfó al señalar como enemigos principales a comunistas, masones y liberales, todos ellos al servicio del judaísmo internacional, fue porque en muchos alemanes estaba arraigada la idea de que, en cierta manera, en ellos residía la causa de los males de la patria. Primero con el Mein Kampf y después con Goebbels, las mentiras fueron calando.
Con machacona insistencia, los servicios de propaganda, públicos y privados, del nacionalismo catalán, han difundido durante más de 30 años que todos los males de Cataluña eran debidos a la inquina de la pérfida España. Ha sido un goteo constante por tierra, mar y aire, es decir, por prensa, radio y televisión. Cataluña es una nación, España también, los buenos catalanes son nacionalistas, los españoles también: pero el nacionalismo catalán es la víctima y el español el verdugo. Tal ha sido el planteamiento.
Durante años, los agravios solían remontarse a mitos del pasado. Por ejemplo, se ha repetido una y mil veces que Felipe V destruyó una Cataluña libre y la convirtió en colonia de España, cuando no era para nada libre y, precisamente, fue entonces cuando empezó a ser económicamente pujante e industrializada. Pero a este victimismo nacionalista tradicional, literario y emotivo, se le ha sumado un nuevo factor: el económico. De la Historia hemos pasado a la actualidad y de los sentimientos al bolsillo: el nacionalismo catalán ya no quiere más autonomía, lo que pretende es la independencia.
Esto se ha logrado poniendo de moda una mentira. Durante los últimos años se ha repetido día a día que «España nos roba» y que Cataluña está sometida a un «expolio fiscal» sistemático desde hace 30 años. De la poesía hemos pasado a la prosa. A partir del Gobierno tripartito -ahí el independentismo comenzó su ascenso hacia la hegemonía- todas las tertulias mañaneras de los medios de comunicación catalanes han sostenido esta falsedad demagógica, esta injuria a todos los españoles, esta pedagogía del odio. Casi nadie les ha llevado la contraria y, por tanto, el argumento ha calado. «¡Nos roban!», luego hay que separarse de ellos, tenemos que apoyar a nuestros patriotas.
¿Quiénes son esos patriotas? No por casualidad son aquellos implicados en el expolio del Palau de la Música, en las tramas corruptas de concesionarias de ITV, en los escándalos económicos hospitalarios, en que la Generalitat haya alcanzado el récord de deuda pública y aumentado más que nadie sus impuestos, excepto el de sucesiones. Es preciso olvidar todo eso: necesitamos al nacionalismo.
Francesc de Carreras es catedrático de Derecho Constitucional de la UAB.

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