sábado, 9 de abril de 2016

RELOJERO LOSADA. UN RELOJ Y UNA BATALLA

MÁS -
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http://www.diariodecadiz.es/article/opinion/1896604/losada/la/armada/y/observatorio/astronomico.html
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Un reloj y una batalla

Esta relación especial con la Marina se mantuvo durante años, en los que llegó
a entregar unos 70 cronómetros, y en los cuales Losada fue perfeccionando sus
obras e introduciendo nuevos hallazgos e invenciones, hasta que a raíz de una
grave enfermedad, contraída en 1865, empezó a decaer su capacidad de trabajo,
al mismo tiempo que lo hacían las necesidades de la Marina.
El último encargo, 
un reloj de bolsillo, no procedía de la Marina, sino de los cuerpos
de la 
Armada para regalárselo al almirante Casto Méndez Núñez por la batalla de
El 
Callao.
Este reloj es una de sus obras mas sobresalientes, y se guarda en el

Museo Naval de Madrid.
Es una saboneta con las tapas realizadas en piedra 
verde sanguínea, que lleva las iniciales de Casto Méndez Núñez en la tapa anterior, hechas con diamantes.
En la tapa posterior, figuran dos anclas 
cruzadas y una corona real encima, formadas por diamantes y rubíes. El reloj posee una cadena de oro con adornos en piedra sanguínea con incrustaciones de diamantes y rubíes, con motivos de tipo naval, como una
boya, una brújula y una trompeta de mando.Reloj regalado al
vicealmirante Méndez
Núñez (Madrid, Museo Naval).

Y a la vez regaló uno más modesto para cada miembro de la tripulación, 70 creo.

Y de ese regalo viene la tradición de los marinos vestidos de blanco todas las Noche Viejas, para agradecérselo.

Aunque con el tiempo y sin saber porque se perdió entre la niebla de los tiempos




Inaugurado en 1866 con motivo del cumpleaños de la reina, la Villa
de Madrid decidió honrar esas mismas navidades a Losada aprove-
chando que las campanadas de su nuevo carrillón iban a sonar por
primera vez en la Puerta del Sol el último día del año, ocasión que
aprovecharon los combatientes licenciados de la 
Numancia venidos
de toda España para reunirse con el relojero al objeto de agradecerle
el regalo recibido.

En el Museo Naval de Madrid se exhibe una de estas sabonetas, en
este caso con las tapas en piedra verde sanguínea y un escudo naval
con la corona rematada en rubíes, regalo de Losada al Almirante
Méndez Núñez a su regreso de la batalla naval de El Callao, obsequio
que, en una versión más modesta, el relojero leonés tuvo a bien exten-
der a todos los miembros de la distinguida dotación de la fragata 
Numancia.


La idea cuajó y se extendió, de manera que cada fin de año la plaza
era punto de reunión de marinos licenciados, tanto de la metrópoli
como de las colonias, que de esa forma volvían a lucir sus uniformes
en dicha fecha dando lugar a una tradición que se mantuvo hasta no
hace muchos años.



José Rodríguez de Losada Conejero:

Murió en 1870,
pero su obra
ya es una pieza fundamental
en el paso del tiempo.

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Cronómetro de bolsillo con sonería, de oro (Madrid, col. particular).

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La maquinaria es de la máxima calidad, y puede servir como un cronómetro.
Por todo ello, no es de 
extrañar que costara la elevada suma de 39.400 reales de vellón, siendo curioso que en la colecta que hicieron los cuerpos de la Armada, los de Filipinas y Cuba aportaran el triple y el doble respectivamente, del dinero que pagaron los de Madrid.
Esta relación de la Marina con Rodríguez Losada fue, por sus costes y sus resultados,
uno de los mejores negocios de la Administración española de la
época, y un desastre económico para Losada, quien así lo aceptó por puro
patriotismo, pues siempre fue un magnífico hombre de negocios.
Desgraciadamente, una buena parte de sus cronómetros náuticos se ha
perdido, al irse a pique junto con los barcos en que se encontraban instalados,
como ocurrió en las batallas navales de Santiago de Cuba y Cavite.
Losada fabricó 6.275 relojes, la mayoría de bolsillo, pero también los hizo de
viaje, de cabecera, sobremesa, taberna, de torre, bitácora, cronómetros de
marina y reguladores astronómicos.
Lo más sobresaliente de sus relojes de bolsillo es que introducía en ellos cuantos
avances y novedades se iban produciendo en la época que podría calificarse
de oro de la relojería británica, a cuya escuela pertenecía, y lo hacía con
gran pericia.
Incluso fue más allá, perfeccionando algunos de estos hallazgos,

como los perfectos ajustes en los volantes y sus espirales para evitar los
efectos de los cambios climáticos sobre los materiales.
Tan buenos como bellos
Pero también destacan por la belleza de su decoración, generalmente de motivos florales que él elegía y que cincelaban prestigiosos orfebres.
En las mejores piezas, los adornos florales figuran, también, en los 
reversos de las tapas -para lo que se requería un gran grosor-e, incluso, en el bisel del cristal.
El tipo de caja era casi siempre el saboneta de tres tapas, habitualmente de oro amarillo de 18 quilates, mientras que sus falsificadores suizos solían usar oro rosa.

Durante muchos años trabajó para él en 
exclusiva Alfred Stram, el mejor cajista inglés del siglo XIX. Por ello no es de extrañar que cuando la reina Victoria quiso hacer un regalo al emperador Maximiliano de México, en 1864, eligiese un saboneta hecho
por Rodríguez Losada.
En sus contrastes se identifica al autor, el año de fabricación, la ciudad, la ley del metal y el número de producción del reloj.
Si éste no se corresponde con el año correcto, se trata de una falsificación.

Las esferas son de cobre esmaltado en blanco, o de plata, en este último caso con adornos florales y toques de oro. Por último, sus agujas terminan en un remate en forma de pera o de flor de lis.

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