miércoles, 27 de agosto de 2014

ZAPATERO: ¿QUE FUE DE TU FALSO TALANTE


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EL CULTO a la personalidad suele ser uno de los primeros síntomas que aparecen en un régimen político que entra en su fase de declive.
Así aconteció en el Imperio Romano tras la muerte de Octavio Augusto, sucedido por una serie de emperadores que llegaron a creerse dioses.
Ignoro si Zapatero se cree Apolo, como Calígula, pero es evidente que se ha rodeado de una corte de aduladores y mediocres que le aplauden sus decisiones más disparatadas.
Ahí está Leire Pajín, que dijo que era uno de los grandes líderes de la Humanidad.
Cuando llegó al poder, Zapatero se jactaba de su talante y aceptaba -aparentemente de buen grado- las críticas de la oposición y de los medios de comunicación.
Su estilo de gobierno parecía una bendición frente al autoritarismo de Aznar.
Pero el líder socialista ha ido asumiendo los peores vicios del poder, derivando del republicanismo cívico que propugnaba a un presidencialismo autoritario. Zapatero ha ido eliminando del partido y del Gobierno todos los contrapesos que podían equilibrar sus decisiones.
La esencia del zapaterismo es hoy el despotismo omnímodo del líder, su infalibilidad, el desprecio a la oposición y, en consecuencia, ese culto a la personalidad que fomenta entre sus colaboradores y la militancia socialista.
Esta deriva mesiánica está estrechamente asociada a la falta de proyecto político de un dirigente con enormes carencias intelectuales y con horror al debate ideológico.
Zapatero ha fagocitado al PSOE y ha creado un movimiento de masas que opera mediante el sentimiento y la adhesión. De ahí la invocación del líder socialista a la memoria histórica, la Guerra Civil, el anticlericalismo y cualquier seña de identidad que sirva para conectar con esa masa en la que lo individual se diluye en lo colectivo.
Muchos de los mecanismos de manipulación que practica de forma virtuosa están descritos en Masa y poder, la magistral obra de Elias Canetti, que analizó la fuerza de lo irracional en el comportamiento político.
La paradoja reside en que Zapatero ha hiperpolitizado su discurso con esas referencias nostálgicas para ocultar su absoluta carencia de ideología y reforzar un culto a la personalidad que resulta insoportable a cualquier alma sensible.
Las pajines y aídos no son una casualidad sino que expresan la vaciedad de un proyecto que sólo se sostiene en el providencialismo de un líder que ha destruido todo lo que crecía a su alrededor para exaltar su descomunal ego. (PEDRO G. CUARTANGO, El Mundo)
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