LA OPINIÓN DEIsabel San Sebastián
-ROBADO ANTERIORMENTE, DE CUAJO Y LUEGO DEVUELTO
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ESPAÑA es un perro flaco devorado por las pulgas de la corrupción, tanto más abundantes cuanto más débil se muestra el animal.
Trincones de todo pelaje se han introducido en el cuerpo social y desde dentro lo corroen cebándose de nuestros impuestos, a semejanza de las infecciones oportunistas que atacan a un organismo enfermo.
No sólo hay ladrones de cuello blanco en
los partidos políticos,
sindicatos,
administraciones públicas,
cajas de ahorros,
fundaciones varias
y demás entes
dependientes de los Presupuestos Generales del Estado,
sino que abundan entre quienes tienen cualquier tipo de relación con estos pesebres sin fondo.
Lo que conocemos es únicamente la punta del iceberg y sólo ésta ha llevado a cerca de dos mil personas a comparecer ante la Justicia en calidad de imputadas.
Toda plataforma es buena si sirve al propósito de enriquecer rápidamente, sin dar golpe y de manera completamente impune a los mangantes de turno.
son reprobables y acogen a personajes siniestros. Pero ninguna especie corrupta resulta tan repugnante como la que aprovecha el drama del paro para llenarse los bolsillos, en connivencia con un poder que consiente y nutre el chanchullo a fin de perpetuarse. O sea, la modalidad de parásitos que prolifera en Andalucía.
Trincones de todo pelaje se han introducido en el cuerpo social y desde dentro lo corroen cebándose de nuestros impuestos, a semejanza de las infecciones oportunistas que atacan a un organismo enfermo.
No sólo hay ladrones de cuello blanco en
los partidos políticos,
sindicatos,
administraciones públicas,
cajas de ahorros,
fundaciones varias
y demás entes
dependientes de los Presupuestos Generales del Estado,
sino que abundan entre quienes tienen cualquier tipo de relación con estos pesebres sin fondo.
Lo que conocemos es únicamente la punta del iceberg y sólo ésta ha llevado a cerca de dos mil personas a comparecer ante la Justicia en calidad de imputadas.
Toda plataforma es buena si sirve al propósito de enriquecer rápidamente, sin dar golpe y de manera completamente impune a los mangantes de turno.
son reprobables y acogen a personajes siniestros. Pero ninguna especie corrupta resulta tan repugnante como la que aprovecha el drama del paro para llenarse los bolsillos, en connivencia con un poder que consiente y nutre el chanchullo a fin de perpetuarse. O sea, la modalidad de parásitos que prolifera en Andalucía.
La comunidad autónoma más grande y poblada de España sigue siendo una de las más pobres, veintiocho años después del ingreso de nuestro país en la Unión Europea y del consiguiente inicio de un flujo de fondos constante que ha inyectado a las arcas de dicha región 70.000 millones de euros en las dos últimas décadas. A esa ingente cantidad de ayuda se ha sumado la procedente de otros territorios españoles como Madrid, Baleares o Cataluña, dado que Andalucía siempre ha sido receptora neta en el saldo final de las balanzas fiscales. Pese a este enorme esfuerzo solidario la renta per cápita de los andaluces apenas alcanza el 73 por ciento de la media europea, en contraste con la de Madrid, que es del 125 por ciento, mientras uno de cada cuatro españoles que vive por debajo del umbral de la pobreza es andaluz. Andalucía posee el peor mercado laboral de la Europa comunitaria, con un índice de desempleo que el pasado año alcanzó una tasa del 37 por ciento, y eso que ninguna otra comunidad alimenta a más funcionarios que ella. ¿Por qué? ¿Interés partidista o magna inepcia?
Andalucía no está peor comunicada que otras regiones ni tiene un clima más duro (sino todo lo contrario) ni tampoco ha sufrido alguna catástrofe natural que justifique estas cifras. El único hecho diferencial que distingue a esta comunidad entre todas las demás es que siempre ha estado gobernada por el PSOE, lo que significa que nunca se le ha dado la oportunidad a otro partido de levantar las alfombras y ventilar los sótanos de un poder por cuyas manos han pasado billones, con b, de las antiguas pesetas sin otro resultado que enriquecer a unos pocos y fomentar la dependencia de un amplio número de ciudadanos cuya supervivencia económica depende de una decisión política. Una práctica decimonónica conocida en castellano como «caciquismo», felizmente desaparecida de la mayor parte de nuestra geografía y tenazmente enquistada al sur de Despeñaperros.
Paro y fraude van de la mano en este bastión socialista aparentemente inexpugnable, donde la corrupción se inerva en falsos expedientes de regulación de empleo, cursos de formación que no son tales, subvenciones condicionadas a la creación de puestos de trabajo que nunca llegan a materializarse y, por encima de todo o por debajo, fluyendo cual cloaca inmunda, el tráfico de favores entre parientes y amigos parásitos del sistema.
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