lunes, 25 de marzo de 2013

11-M - LA MOCHILA DE VALLECAS, QUE NO ESTALLO


4. La mochila-bomba que no explotó.
En la madrugada del 12 de marzo, el personal de la comisaría de Puente de Vallecas comunicó el misterioso hallazgo en sus dependencias, de una mochila bomba sin explotar, supuestamente procedente de uno de los llamados “trenes de la muerte”. Según la versión oficial, el análisis de aquella mochila permitió identificar en un tiempo récord a los presuntos principales autores materiales de los atentados, tirando del hilo de dos de las pistas fundamentales encontradas en la mochila: el teléfono móvil y la tarjeta del teléfono.[1]
Según el auto del Juez de la audiencia Nacional encargado del caso, Juan del Olmo, en el tren Nº 21431 detenido en la Estación de Atocha, a partir de las 7,37 hs. se produjeron tres explosiones y el agente de la policía municipal, Jacobo Barrero, encontró en él un artefacto explosivo sin detonar, que los mismos “Técnicos Especialistas en Desactivación de Artefactos Explosivos” (T.E.D.A.X.) hicieron estallar in situ.
La primera explosión que tuvo lugar en ese tren se produjo a las 7 horas 37 minutos 47 segundos en el vagón número 6; a las 7 horas 38 minutos 36 segundos se produjo la segunda explosión en el vagón 5; a las 7 horas 38 minutos 40 segundos detonó la tercera explosión en el vagón número 4. El artefacto que no llegó a explotar fue localizado en el primer vagón y a las 9 horas, 59 minutos y 18 segundos, los T.E.D.A.X. procedieron a su explosión controlada. Al otro día, en un “informe preliminar” de los T.E.D.A.X, su Comisario Jefe, Juan Jesús Sánchez Manzano, dijo que ese artefacto explosivo sin etaallar no contenía ningún teléfono móvil
Posteriormente, a las 10 horas 57 minutos 27 segundos, en el vagón número 2 del mismo tren Nº 21431, los equipos T.E.D.A.X. encontraron un bulto sospechoso que procedieron a "cebar" (con una pequeña cantidad de explosivo) para detonarlo, pensando que podía ser un artefacto explosivo, pero que resultó no ser tal.
A unos 500 metros de la Estación de Atocha (tren N° 17305) paralela a la Calle Téllez , sobre las 7 horas 39 minutos se produjeron cuatro explosiones, la primera  (cuarta en el cómputo total) dentro del primer vagón, la segunda y quinta en el cuarto vagón, la tercera (sexta en el cómputo total) en el quinto vagón, y las cuarta (sétima en el cómputo total) dentro del sexto vagón del tren, el cual, en el momento de las deflagraciones, estaba detenido sobre la línea ferroviaria. En ese sitio se encontró otro bulto sospechoso que los T.E.D.A.X procedieron a cebar para explosionar en el lugar, y que, posteriormente, se determino que no contenía explosivo.
En el tren Nº 21435 estacionado sobre el andén de la Estación de “El Pozo del Tío Raimundo”, sobre las 7 horas y treinta y ocho minutos se produjeron dos explosiones, (octava y novena en cómputo total) dentro del piso superior de los vagones 4 y 5 del tren. En esta estación se encontró un tercer artefacto “oculto en el interior de una mochila, de color azul oscuro, que se hallaba sobre el andén en la parte derecha de la estación mencionada, entre el segundo y tercer vagón, y que también fue detonado por los equipos T.E.D.A.X.).[2]
En el informe de la Unidad Central de Desactivación de Explosivos que consta en el sumario se indica:
<>http://www.internetopina.com/showthread.php?p=11523#post11523
De todo esto se infiere que de los tres bultos que no explotaron y que los T.E.D.A.X hallaron y procedieron a detonar en el lugar de los hechos, sólo uno de ellos contenía material explosivo.
Finalmente, en el tren Nº 21713 detenido sobre el andén de la Estación de Santa Eugenia, sobre las 7 horas 38 minutos tuvo lugar la décima  explosión en el 4 vagón del tren.
El mismo auto del Juez fechado en febrero de 2005, alude a otro artefacto explosivo supuestamente encontrado en la Estación del Pozo, la famosa mochila Nº 13:
<(Op. Cit.)
En el segundo punto del mismo auto del 15 de febrero de 2005, siguiendo las indicaciones del informe remitido el 26 de marzo de 2004 por el Jefe de los TEDAX, Comisario Juan Jesús Sánchez Manzano, entre otros datos técnicos acerca de los materiales constitutivos del artefacto explosivo encontrado en la Comisaría de Puente Vallecas —analizado en el Parque Azorín del mismo barrio madrileño— el Juez Juan Del Olmo señaló que:
 <<El detonador consistía en un teléfono móvil dé la Compañía Telefónica MOVISTAR, marca "TRIUM -T-110" de color azul y plateado, en el cual se descubrió una pegatina en el interior del compartimiento de la pila, con los siguientes datos: "MITSUBISHI ELECTRIC. FZ 1324007003. 00DO BA05.MADE IN FRANCE. MT-360 TRIUM 11 Op 21407-C. LOTE 4612. 350822350844612 (número de IMEI)", y que en su interior llevaba instalada una Tarjeta SIM, del sistema Prepago, de la Compañía AMENA auna, correspondiente al número 652282963. Del referido teléfono, sobresalían por el lateral derecho dos cables, uno de color azul y otro de color rojo, que conectaban con el explosivo envuelto en una bolsa de plástico.>> (Ibid.)
Y siguiendo las indicaciones del mismo informe, el Juez Juan del Olmo declaró no poder precisar cual pudo ser la causa de que dicha mochila-bomba no hubiera explosionado:
<<…el artefacto contaba, en definitiva, con todos y cada uno de los elementos necesarios para su correcto funcionamiento, y todas las pruebas realizadas al efecto fueron satisfactorias, así, respecto a la cuestión de por qué no funcionó el artefacto en su momento, no es posible establecer unas circunstancias determinadas, suficientemente concluyentes, para determinar el motivo del fallo>> (Ibíd)
El 23 de abril de 2005, examinados los 35 tomos sobre los que el juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo ha levantado el secreto sumarial y remitido a la Comisión de investigación del Congreso de los Diputados, pudo saberse que el 29 de marzo de 2004, la Unidad Central de Información Exterior (U.C.I.E.) de la Policía Nacional, ensayó una explicación del fallo en el explosivo, según la cual el artefacto encontrado en la Comisaría de Puente Vallecas pudo quedarse sin estallar, porque "se diera la casualidad" de que en la misma zona estuviera activado un teléfono móvil con el mismo IMEI o número de serie (similar al número de bastidor de un vehículo) En el informe se afirma que el IMEI del teléfono conectado a la bomba estaba manipulado y que "existe la posibilidad de que, cuando trató de activarse el mecanismo, se diera la casualidad de que en la misma zona estuviera activado otro teléfono con el mismo IMEI", y esta circunstancia "hubiera provocado que el repetidor correspondiente anulara uno de los dos, resultando anulado el de la bomba".
También se pudo saber que el día 10 de junio de 2004, tres meses después de los atentados, en respuesta a una nueva solicitud del juez de fecha 3 de mayo de 2004, el Jefe de los T.E.D.A.X, Juan Jesús Sánchez Manzano, volvió a enviar al juez otro informe, donde vino a decir prácticamente lo mismo que en el informe anterior, limitándose a describir los componentes del artefacto de Vallecas, agregando esta vez que “los artefactos son parecidos a los que utilizan los palestinos en su lucha contra Israel”.
Cuatro meses después de la masacre, el juez no había podido determinar aún por qué causa esa mochila-bomba misteriosamente hallada en la Comisaría de Puente Vallecas no había podido estallar. Todavía en un auto del mes de julio, Del Olmo daba cuenta de un informe de los T.E.D.A.X., donde se le mantenía sobre ascuas, diciéndole que:
<<…después de hacer siete pruebas con el teléfono, éste estaba en perfectas condiciones, así que la mochila hubiera debido estallar a las 7:40 horas de la mañana del 11-M.>>
Recién el 15 de ese mismo mes, una nueva prueba se incorporaba a la investigación: la Brigada Provincial de Policía Científica había aportado una radiografía presuntamente hecha a la mochila de Vallecas el 12 de marzo (antes de desactivarla) y el juez Del Olmo remitía "un juego de fotografías de esa radiografía" a la Unidad Central de Desactivación de Explosivos y N.B.Q., para que las analizara. El análisis de las fotografías —según consta en el informe del 27/7/2004— reveló que, al parecer, había un cable suelto en la mochila de Vallecas. Es decir, todo el misterio, al parecer, se redujo, finalmente, a que un cable suelto había impedido que la bomba estallara.
El mismo 15 de julio, el juez advierte —a nuestro juicio— de que ha sido víctima de la independencia burocrática del poder ejecutivo encarnado en los T.E.D.A.X. por mandato expreso del CESID, y pide que le amplíen de inmediato y por escrito, todos los detalles referentes a la radiografía y a su interpretación. Doce días más tarde, Sánchez Manzano contesta el 27 de julio de 2004, y remite al juez un estudio de dos peritos —los T.E.D.A.X. números 19.568 y 27.390— en el que se especifica que:
 <<a la vista de la nueva documentación remitida por el juez, se ve con claridad desde la parte superior del artefacto cómo uno de los cables que salen del teléfono se encuentra sin conexión alguna>>.
A todo esto, el “pueblo soberano” y sus representantes en la Comisión parlamentaria, permanecían por completo “independientes”, es decir, ignorantes, respecto lo que cocinaba el poder ejecutivo con el judicial en torno a este asunto, gracias al discrecional ejercicio del secreto burocrático estatal, situación que se prolongó hasta hace bien poco tiempo.
Todavía a punto de cumplirse ya el primer aniversario de la masacre, el Ministerio del Interior sorprendía a todos permitiendo, por fin, que el T.E.D.A.X. llamado “Pedro” —que desactivó la mochila de Vallecas— concediera unas interesantes entrevistas a diversos medios de comunicación, entre ellos “El País” y “El Mundo”. Y en esas entrevistas, el tal “Pedro” hizo unas declaraciones que todavía añadieron más confusión. Contó a “El País” que desactivó la mochila-bomba “desconectando los cables uno a uno”. Y cuando los de “El Mundo” le preguntaron por qué la mochila no llegó a estallar, se escudó tras lo que hasta ese momento era secreto de Estado a nivel ejecutivo:
<
R.- Yo sé por qué no hizo explosión, pero eso es materia clasificada.>> (“El Mundo” 03/03/05)   
Finalmente, el mismo T.E.D.A.X. “Pedro” —que desactivó la mochila-bomba número 13 encontrada en la Comisaría de Puente Vallecas durante la madrugada del 11 al 12 de marzo de 2004— acabó por desvelar el misterio. Durante una entrevista concedida el 3 de marzo de 2005 a “El Mundo”, “Pedro” aseguró que quien diseñó el sistema "eficaz y seguro" que provocó la matanza del 11M "era muy bueno" y "sabía muy bien lo que hacía". Además, este experto de la Policía Nacional en desactivación de explosivos está convencido de que aún "hay muchas incógnitas" en la investigación, entre ellas, precisamente "quién montó las bombas con teléfonos".
 Recuerda el experto que el mecanismo ya había sido empleado por ETA dos veces —entre noviembre de 2000 y enero de 2001—, aunque con una diferencia en su funcionamiento: en las mochilas- bomba del 11M, "el propio teléfono de la bomba hacía de temporizador" —a modo de despertador— a través de la alarma del aparato, apagado hasta ese mismo instante; en las de ETA, en cambio, "la señal era radiomandada" mediante una llamada desde otro teléfono:
<<P. Es decir, que ETA en un periodo muy corto utilizó dos bombas con móviles.
R. Pero hay una diferencia fundamental: el propio teléfono de la bomba de los islamistas hacía de temporizador y en las de ETA la señal era radiomandada.
P. O sea, que lo utilizaban como un mando a distancia.
R. La llamada era el sistema de activación del artefacto. Ellos llamaban con otro teléfono a un número determinado (el del teléfono conectado al explosivo del artefacto) que activaba la bomba. (...)
R. (...) Se ha hablado mucho sobre la falta de seguridad para el terrorista de esos artefactos, pero eso no es verdad. Las bombas (del 11M) eran muy seguras. Si se les pone bien la fecha y la hora a la que tiene que sonar el despertador, no hay ningún problema. ¿Por qué? Porque se apaga el teléfono y el terrorista se asegura de que la batería no se descarga; y, en segundo lugar, porque evita que se reciban llamadas que hagan saltar el dispositivo antes de lo previsto.
P. ¿Es decir, que el móvil que había en la mochila estaba apagado? R. Sí, sí, claro. Me llamó la atención cuando cogí el teléfono. Es más, me desconcertó.
P. ¿Pensó que podía haber fallado porque estaba apagado?
R. Cuando vi el teléfono, lo primero que pensé fue en mi experiencia con las bombas de ETA. Me dije: “Alguien va a llamar por teléfono y salgo por los aires”. Pero estaba apagado. Pensé que al teléfono se le había ido la batería, o que no funcionaba, o bien en una trampa desconocida de ETA, que las hace de puta madre. Sólo había dos opciones, o había fallado, o me la habían trampeado. Me dije: “Los terroristas han dicho: 10 bombas para los pasajeros y las otras ahora para las Fuerzas de Seguridad, para ver si se las comen”. Estaba obsesionado con que fuera una trampa de los terroristas vascos.>> (Op. Cit. Lo entre paréntesis nuestro)
O sea:
1) que la U.C.I.E. de la Policía Nacional difundió que las bombas del 11M habían explotado conectando los detonadores a la alarma de un teléfono móvil activo que hacía las veces de iniciador eléctrico, cuando 17 días antes los T.E.D.A.X. del mismo cuerpo represivo ya sabían, que el mecanismo de esas bombas había sido accionado mediante la alarma programada en teléfonos inactivos  o apagados conectados al explosivo, y,
2) que los artefactos del 11M no fueron preparados por ETA, o bien que esta organización lo hizo por primera vez con la técnica alternativa más segura, de teléfonos apagados actuando como temporizadores, simplemente con la alarma programada para activarse en determinado momento.
La tarjeta prepago SIM del teléfono cuya alarma estaba programada para activar la mochila-bomba Nº 13 a las 7,40, se encontraba en el interior del aparato. Ese dato fue el que —al parecer— condujo a la Policía (y así lo dieron a conocer sus mandos por todos los medios) hasta el marroquí Jamal Zougam —que regenteaba el locutorio de la calle madrileña de Lavapiés— uno de los primeros detenidos en relación con el 11-M, que, sorprendentemente, ni había huido ni había ocultado pruebas y seguía haciendo vida laboral normal en su locutorio. Pero, lo más sorprendente de todo esto, es que —si como se ha demostrado— los teléfonos que el 11M sirvieron para detonar las bombas estaban apagados, ¿para qué dejó en ellos las tarjetas SIM el que preparó los artefactos, sino para delatar a los moros del locutorio de Lavapies, que es donde estaba uno de los extremos de ese “hilo Ariadna” del que la policía no tuvo más que ir tirando para desbaratar al supuesto “comando terrorista”?
Este hecho no hace más que resaltar sugestivamente los siguientes interrogantes que los autos del Juez no permiten contestar:
1)  ¿Por qué afirma el Juez que este artefacto fue dejado entre el primero y el segundo vagón del tren sobre la parte derecha del anden, si la primera noticia oficial que se tuvo de su existencia fue en la Comisaría de Vallecas, descubierta entre las pertenencias de las víctimas?
2)  ¿Fue encontrado por los T.E.D.A.X.?
3)  En ese caso ¿por qué no procedieron a cebarlo para que explosionara como hicieron sin dudarlo con los otros dos artefactos encontrados que no habían explotado?
4)  Los T.E.D.A.X. han declarado ante la Comisión, que revisaron uno a uno todos los bultos de esa estación después del atentado. ¿Estaba realmente esa mochila en la estación de “El Pozo” cuando los T.E.D.A.X. inspeccionaron el andén y los vagones del tren, o fue depositada posteriormente por alguien entre las pertenencias de las víctimas en el parque Azorin?
5)  ¿Cuál ha sido el supuesto trayecto que la misteriosa mochila-bomba siguió desde la estación de “El Pozo” hasta la comisaría de Puente Vallecas?
6)  En cada una de las estaciones, los terroristas habían programado las bombas para que hicieran explosión de forma sincronizada mientras los trenes permanecían detenidos en sus respectivas estaciones. El teléfono de la mochila-bomba encontrada en Vallecas tenía la alarma conectada a las 7:40 y, supuestamente, provino de la estación de “El Pozo”. Sin embargo, las dos bombas de “El Pozo” hicieron explosión a las 7:38, es decir, dos minutos antes. ¿Por qué la mochila-bomba de Vallecas no estuvo programada para estallar a las 7:38? ¿Es que los terroristas se equivocaron? ¿O es que el teléfono de esa mochila fue programado por otra persona, distinta de los terroristas?
7)  Cuando se amasa goma-2 con las manos desnudas, células de la piel de nuestros dedos quedan adheridas al explosivo, pudiendo detectarse así el ADN de la persona que manipuló el explosivo. Eso sucedió, por ejemplo, con la mochila- bomba encontrada el 2 de abril en las vías del AVE.[3] Al analizar el explosivo amasado, se detectó el ADN de uno de los terroristas muertos en Leganés. Sin embargo, en la mochila Nº 13 que apareció en la comisaría del Puente de Vallecas, los autos judiciales no recogen la presencia de rastros de ADN. ¿Utilizó entonces guantes quien manipuló el explosivo contenido en ese artefacto? ¿Por qué los terroristas utilizaron guantes en la preparación del explosivo encontrado en la mochila Nº 13 y no en el de las vías del AVE? ¿Por qué se preocuparon de NO dejar rastros de ADN en la mochila-bomba de Vallecas, al mismo tiempo que cometieron el increíble descuido de SÍ dejar en ella un teléfono móvil con una tarjeta de prepago perfectamente identificable y que, además, estaba de sobra a los efectos de explosionar el artefacto? ¿Realmente fueron ambos artefactos fabricados por personas de la misma organización?
En síntesis, el laberinto por el que pasó el “hilo de Ariadna” del juicio por el 11M, ¿fue realmente obra de los supuestos terroristas, o de quienes siempre tuvieron en sus manos el otro extremo de ese hilo, para tirar de él y hacer “justicia” cerrando lo más rápidamente el caso, tal como se ve que está ocurriendo?

[1] El 8 de julio de 2004, el jefe superior de Policía de Madrid, Miguel Angel Fernández Rancaño, explicó en la Comisión de Investigación Parlamentaria sobre los atentados del 11 de marzo, que la tarjeta del móvil hallada en la mochila-bomba desactivada en Vallecas es "el nudo gordiano que llevó a la pista islámica el mismo viernes día 12, ratificada el sábado con las detenciones de los primeros sospechosos de raza árabe en el barrio de Lavapiés”Según dijo, el punto "crítico" de inflexión de la investigación, “es ese hallazgo en la mochila-bomba de Vallecas”, que pese a sus 11 kilos, no llamó la atención a los funcionarios hasta la tarde del día de autos. En la madrugada del 11 al 12 de marzo, una vez desactivada la bomba por los TEDAX, se localizó el teléfono y su correspondiente tarjeta prepago, que primero se examinó en la Policía Científica y que, esa misma mañana del viernes, pasó a la Unidad de Información Exterior, U.C.I.E. especializada en terrorismo islamista.
[2] A pesar de que el Juez del Olmo fue claro al respecto, desde el principio se ha estado intentando convencer a la opinión pública de que las dos mochilas-bomba sin estallar, no fueron destruidas por los TEDAX deliberadamente. En los medios periodísticos se publicó que esas mochilas habían estallado al intentar desactivarlas y eso mismo declaró por dos veces el jefe de los TEDAX ante la Comisión 11M, quien puso un enorme hincapié en que las mochilas habían estallado accidentalmente al intentar desactivarlas.
[3] Según las “pruebas” del sumario, quienes prepararon y ejecutaron tan limpia y meticulosamente la matanza del 11M, son los mismos que el 02/07/04 intervinieron en el chapucero y fallido intento de atentado contra un tren de la línea “AVE” Madrid-Sevilla en Mocejón (Toledo). Este notorio contraste es una muestra más de la inconsecuente inconsistencia jurídica y moral de un poder judicial sometido a las maquinaciones políticas del poder ejecutivo.

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