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El diagnóstico, con tono de lamento, ya lo hizo el historiadorFernando García de Cortázar en las páginas de ABC en la introducción a su lista de los cincuenta hitos de la Historia de España que todo español debería saber. «Bajo coartadas pedagógicas», se enseña el pasado de una forma «discontinua», «estrangulando las voces universales que nos unen», y «silenciando 500 años de vida en común», denunciaba. De ahí el «españolizar» que defiende como necesario el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert.
En el caso de Cataluña, sobrevolando la ingente cantidad de libros de texto distintos sobre Historia que se ofrecen para los cursos de Primaria, ESO y Bachillerato, el paisaje se ajusta con lo dibujado por García de Cortázar. Sin tener en cuenta otras variables obvias que condicionan la manera en que los alumnos catalanes aprenden Historia de España, como la aptitud y actitud de los profesores o el tiempo que se le dedique a esta materia.
Así, se concluye que Cataluña suspende el «examen García de Córtazar» de Historia de Españapor el sesgo nacionalista que exudan muchos de sus libros de texto, por la fragmentación del temario o currículum en varios cursos y etapas -Primaria, ESO y Bachillerato- y por su dilución en asignaturas «cajón de sastre», tales como «Conocimiento del medio natural, social y cultural», en Primaria, o «Ciencias sociales, Geografía e Historia», en la ESO. Solo en Bachillerato se imparte una asignatura específica de Historia de España -que, en Cataluña, por cierto, se llama solo «Historia»-.
Denuncia de la Academia
La fragmentación y dilución del temario de Historia de España, que también se manifiesta en sistemas educativos de otras comunidades autónomas, ya fueron denunciados en el año 2000 por la Real Academia de Historia, que elaboró un informe sobre este asunto.
En el mismo también se aludía a los perjuicios causados por delegar en las comunidades autónomas la confección de una parte del «currículum». «La realidad educativa de los últimos años hizo ver hasta qué punto se había pasado de una época caracterizada por la exaltación del nacionalismo español a otra en la que los elementos comunes del proceso histórico parecían a punto de perderse», recogía el informe. Los académicos también se quejaban de los«saltos en el vacío» que había en los temarios de historia.
Pero centrados en Cataluña, el «factor diferencial» que ayuda a explicar cómo se enseña la Historia de España es, precisamente, el empecinamiento, plasmado en algunos libros de texto -no todos- en presentar a esta comunidad como un país, o Estado incluso, con una historia propia que la distingue de España. «La idea que se transmite al alumno es que Cataluña tiene el derecho a ser un estado independiente, que su estado actual es transitorio y que está expoliada económicamente», resume el historiador Pedro Antonio Heras en su libro «La España raptada. La formación del espíritu nacionalista».
La etapa de Primaria, con la citada asignatura «Conocimiento del medio natural, social y cultural», es terreno propicio para regarlo de la consigna nacionalista. Esta, de manera más o menos burda, según el talante de la editorial, se traduce, por ejemplo, en evitar la palabra España, o en no levantar la vista del triángulo catalán para explicar fenómenos comunes a toda España, como la romanización.Un «cataluñacentrismo» que delata el propósito de fondo. En el libro «Projecte Alabast» de tercero de Primaria de «Conocimiento del medio, etc.» de la editorial Baula, se propone: «Hablemos de calles con nombres que hablan de la historia». Y el ejemplo sugerido es...Rafael de Casanova. Una oportunidad para tratar la Guerra de Sucesión de 1714 sobre cuya mítica se erige la fiesta nacional catalana, la Diada. O ya en el libro de cuarto de Primaria de la misma editorial, donde se explica el descubrimiento de América sin mentar a los Reyes Católicos (y ni siquiera a Colón).
La doctrina se extiende a la lengua catalana, como era de prever. Hasta lo ridículo. Si hay que poner un ejemplo de periódicos, solo se menciona el «Avui», en catalán, o la edición en catalán de «El Periódico».
Ya en la ESO, algunas editoriales siguen en sus trece. Especialmente aquellas significadas por su nacionalismo, como EUMO. En su libro de segundo de Ciencias Sociales de segundo ciclo de ESO «Escànner 6. Los límites de la libertad», se sentencia: «El acatamiento del marco constitucional vigente no significa la renuncia del pueblo catalán a la autodeterminación».
La causa soberanista catalán debe a la fuerza sostenerse en pasado deformado para ser presentado como aval para pedir la «libertad», la emancipación de España. Hay que reinvidicar (inculcar) que Cataluña fue Estado en su pasado para reclamar el derecho a volverlo a ser. Aunque como estado soberano e independiente «no existió nunca», como afirma el historiador Pedro Antonio Heras.
Nada mejor para convencer a algo de alguien que darlo por sentado. Como muestra, el capítulo número 7 del libro «Marca» de segundo de ESO de la editorial Vicens-Vives, que reza: «Orígenes de Cataluña como Estado» (en catalán, claro).
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