ESTOS SON LOS 15 DEL 15-M, CON PELOS Y SEÑALES

Los quince del 15-M

1. Los desempleados.A LUIS FERNÁNDEZ y al resto de afiliados de la Asociación Nacional de Desempleados les sobran las razones para estar indignados. Por eso se unieron desde el primer momento a las protestas. Ahora, Luis y otro parado han iniciado en la Puerta del Sol una huelga de hambre que concluirá el 20-N, «para demostrar a los políticos que nos están matando de hambre».

2. Los impulsores. Ser uno de los pioneros de la protesta del 15 de mayo y erigirse en uno de sus primeros portavoces le ha costado a FABIO GÁNDARA no pocos disgustos de orden interno. Cabecilla de «Democracia Real Ya», el sector más radical del 15-M le acusó de afán de protagonismo. Gándara terminó desencantado con las acampadas, convertidas según él en un «nido de mal rollo».

3. Los deshauciados. ANUAR, un panadero libanés que no podía pagar la hipoteca, fue el primero que consiguió librarse del desahucio con el apoyo del 15-M.

4. Los blogueros. ENRIQUE DANS fue uno de los miembros más activos de «No les votes» contra la «Ley Sinde», germen en internet del 15-M.

5. Los autocríticos. «El problema del 15-M es que nunca ha tenido una cabeza visible, y su método asambleario impide que muchas veces se llegue a acuerdos. Lo único común es un sentimiento de malestar», afirma el poeta CARLOS PARDO. Y concluye: «Deberíamos tener una salida institucional que reflejara nuestra fuerza, pero alejada de los vicios del sistema».

6. Los violentos. Pese a su origen pacífico, el 15-M se ha visto involucrado en actos violentos. En Barcelona, los más graves ocurrieron ante el Parlamento de Cataluña. En Madrid hubo dos detenidos (en la imagen) por los altercados de principios de agosto.

7. Los neohippies. Aunque en el 15-M conviven diversas estéticas y tribus urbanas, lo cierto es que las más representativas y en muchos casos las más extendidas son las de los hippies y punkies, a quienes algunos han agrupado bajo la despectiva denominación de «perroflautas».

8. Los «okupas». Antisistemas, anarquistas, y radicales de extrema izquierda han prestado ayuda al 15-M desde su inicio. Sus acciones se centraron en dar cobertura a la famosa acampada de Sol desde centros «okupados», como La Tabacalera. Ahora dedican sus esfuerzos a convertir el hotel Madrid —junto con otros edificios abandonados de la capital— en su centro de operaciones.

9. Los ideólogos. Si Stéphane Hessel encendió la mecha con «Indignaos», también España ha tenido sus gurús, como el sociólogo VICENÇ NAVARRO, quien acaba de compendiar, junto con Juan Torres y Alberto Garzón, muchas propuestas del 15-M en el libro «Hay alternativa», nueva «biblia» indignada.

10. Los sindicalistas. Al calor de las reivindicaciones de los indignados, diversos sindicatos laborales y gremios de trabajadores se han visto reflejados en el movimiento 15-M. Médicos contra la privatización de la sanidad pública o profesores en huelga son algunos de ellos.

11. Los veteranos. El 15-M ha despertado en algunas personas mayores los deseos revolucionarios de otros tiempos. Es el caso de ROMÁN OTER, un jubilado de 76 años que no ha dejado de asistir a las asambleas populares desde que surgió el movimiento «indignado»,

12. Los oportunistas. Apenas unas horas tardaron en aparecer por la Puerta del Sol algunos artistas de izquierdas, como WILLY TOLEDO o Leo Bassi. Otros, como Bunbury, Santiago Segura o Amaral, prefirieron apoyarlo a través de la red.

13. Los ciberactivistas. Alejado de los medios convencionales, el 15-M ha visto en internet una fuente inagotable de recursos para organizar sus acciones. Además, se sienten próximos a las que realizan otras organizaciones ciberactivistas, como «Anonymous».

14. Los políticos. Pese a la sintonía ideológica que une a IU con el 15-M, CAYO LARA fue increpado por los indignados. Otros políticos de izquierdas, como Tomás Gómez e incluso Rubalcaba, han intentado arrimarse a este movimiento.

15. Los clones. Los indignados españoles se han clonado en el extranjero. La puertorriqueña SOFÍA GALLISA fue una de las 700 detenidas en el puente de Brooklyn. Pasó ocho horas en comisaría, pero cree que aquello «mereció la pena», ya que el interés por el movimiento se ha multiplicado.