El Gato al Agua - Juan Iranzo
El Gobierno del PSC cocina los datos de PISA y El País titula que el nivel de los alumnos está bajo sospecha
Tiene narices hacer de unos encapuchados el principal selling-point de una candidatura
Gabilondo hace su habitual despliegue de irracional fe en la política como arte de birlibirloque
La cosa va así. Si se pilla a una comunidad del PP cocinando datos del informe PISA sobre Educación, el titular está hecho: "El Gobierno popular de X trató de falsear sus datos sobre Educación" o "Escándalo en X: el Gobierno del PP oculta el desastre educativo". Si se trata de un Gobierno del otro lado, la cosa cambia. Puede adoptarse el sistema -burdo pero eficaz- de Público de ignorar completamente el asunto, a lo Pravda; o puede uno optar por el sistema de El País y titular en primera "El nivel de los alumnos catalanes, bajo sospecha". Mucho más limpio, dónde va a parar.
Y, hablando de Público y como no todo van a ser palos para mi periódico favorito del rojerío, quería comentar que también la política informativa hace extraños compañeros de cama, y así Mediapro no le va a la zaga al grupo Intereconomía en su cruzada contra los anuncios de prostitución. Olé por los chicos de Roures y esa corajuda foto de primera, denunciando "Anuncios de prostitución en los autobuses interurbanos de Valencia", que lo trotskista no quita lo valiente. Sí, sí: es un palo al PP; pero hay que admitir que la cosa lo merece y que la política de Mediapro ha sido consistente en esta cuestión.
Pero la noticia del día era, para el diario de Roures, que "Europa se la juega" (no lo puedo evitar: tengo debilidad por este periodismo sensacionalista). Con él coinciden muchos, entre otros el reverendo Gabilondo, el que califica de "tóxicas" nuestras informaciones. En su homilía de ayer en la Cadena SER, 'El día D... por ahora', Gabilondo hace su habitual despliegue de irracional fe en la política como arte de birlibirloque al asegurar que el billón de euros para un fondo de reserva comprometido por Angela Merkel es una solución "capaz de asegurar a la Unión y al euro de todos los posibles contratiempos".
Con Gabilondo muchos en la izquierda parecen creer que los políticos sólo tienen que chasquear los dedos para crear dinero y que la voluntad política puede sacar agua de las piedras. "Hemos gastado mucho más de lo que tenemos en riqueza real, no en billetes" es un mensaje que se pierde cuando uno trata de explicárselo.
Es la misma fuga de la realidad que aqueja a indignados de ambas orillas del Atlántico. Barrio Sésamo debería haber dedicado un programa a explicar de dónde salen las cosas que disfrutamos. Aunque imagino que recordar que el rey está desnudo es lo que nos hace a los periodistas de derechas tan feroces y cavernarios.
Pero si la ignorancia de la realidad es la esencia de la izquierda, una de sus formas de expresión favoritas es la equivalencia moral, la que en tiempos de la atroz tiranía soviética decía que sí, que los rusos tenían el Gulag pero Estados Unidos tenía a McCarthy. Y mezclar esa vileza con el odio inveterado a la Iglesia es ya pura delicia, a la que El País dedica una de sus (¿feroces?) páginas, "El clero quiere perdón recíproco". "Sacerdotes de Gipuzkoa, el territorio vasco más nacionalista, piden a ETA que asuma culpas, pero también al Estado". Asqueroso, y ayuda a explicar por qué el País Vasco es la comunidad más descristianizada, con menos bautizos y menos vocaciones. Para adorar al dios Euskal Herria, mejor nos evitamos el sermoncito dominical.
Griñán las ve venir, el fin del califato andalusí, y tira la casa por la ventana; total, no paga él. Podría titularse "Griñán acentúa la deuda andaluza para ganar votos", pero no sería El País, así que tenemos "Griñán apuesta por la educación a costa de la inversión". Con un par.
Siguen ordeñando el comunicado etarra, que ya tiene narices hacer de unos encapuchados el principal selling-point de una candidatura: "No me crean a mí; escuchen lo que tiene que decirles el tipo de la capucha blanca".
Siguen ordeñando el comunicado etarra, que ya tiene narices hacer de unos encapuchados el principal selling-point de una candidatura: "No me crean a mí; escuchen lo que tiene que decirles el tipo de la capucha blanca".
"Diestrilandia no cree en las lágrimas. Lo suyo es el pelo en pecho, el regüeldo y la bravata con correajes". Siempre me es un placer leer a mi espejo en Público, Javier Vizcaíno, pero en su última columna, "La caverna no llora", se sale. Lo de los correajes es un puntazo: uno se imagina a Rajoy con correajes y está con la risa floja hasta el día del juicio. A muchos probostes de la izquierda, en cambio, no hace falta imaginarles, sólo recuperar fotos de archivo.
La cosa es, claro, el escepticismo que nos caracteriza a la caverna, esta vez aplicado a las lágrimas de tanto progre por el adiós a las armas de los encapuchados. Para llorar y no echar gota.
Quizá sea el humo de la batalla el que le ciega cuando en su columna mete a capón en la caverna a Martín Prieto, con quien jamás me he topado en mis paseos por la gruta. Pero no es la primera vez que uno de los chicos de Roures mezcla churras con merinas y aplica purgas para distinguir la verdadera izquierda, como hicieron, por ejemplo, con Carlos Carnicero.
Quizá sea el humo de la batalla el que le ciega cuando en su columna mete a capón en la caverna a Martín Prieto, con quien jamás me he topado en mis paseos por la gruta. Pero no es la primera vez que uno de los chicos de Roures mezcla churras con merinas y aplica purgas para distinguir la verdadera izquierda, como hicieron, por ejemplo, con Carlos Carnicero.
La caverna llora, Javier. De hecho, se ha cansado de llorar 40 años los muertos de ETA, los niños descuartizados, los secuestros, las matanzas. Quizá sea tanto llanto el que nos ha adiestrado para detectar el lagrimeo electoral, las plañideras de a tantos votos la lágrima. Oh, sí, Javier: somos feroces. Lo da la caverna.
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