viernes, 10 de diciembre de 2010

LA GACETA: ZAPATERO NO ECHA CORTINAS DE HUMO, ECHA TINTA, ¿SERÁ UN CALAMAR?

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CALAMAREANDO
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Parafraseando a Rubalcaba, no nos merecemos a un Gobierno que en lugar de dar explicaciones, perpetúe la alarma nacional. Tampoco nos merecemos que quienes marcan la agenda desvíen la atención con cortinas de humo sólo aparentemente casuales. Porque eso, mucha cortina aparatosa copando mediáticamente la actualidad, y nuevas dosis de alarma es lo que recibió España ayer, el mismo día en que el ciudadano exigía cuentas al Gobierno, en el Parlamento, por la caótica crisis de los controladores. Lo que ha acaparado los titulares en las últimas horas es la detención por parte de la Guardia Civil de Marta Domínguez, campeona mundial de atletismo, en el curso de una operación antidopaje. Cada uno es libre de invocar al azar, ¿pero no es demasiada casualidad que la detención se practique el mismo día que Zapatero comparece en el Congreso y que además de icono del deporte femenino, la detenida por la Guardia Civil de Rubalcaba sea militante del PP? ¿No es demasiada casualidad que justo ayer la Audiencia Nacional absolviera del delito de enaltecimiento del terrorismo a Arnaldo Otegui, proetarra para todos menos para Zapatero que lo considera “hombre de paz”?

Cuando remodeló el Gabinete, Zapatero dijo que éste iba a ser el Gobierno de “la explicación”. Pero con un mago de la simulación como Rubalcaba tenemos justo lo contrario. Como si fuera una sucesión de muñecas rusas, un problema oculta a otro y éste a otro... El de los últimos ocho días es un ejemplo de libro. Primero fueron los nuevos tijeretazos económicos, harto impopulares; después el decreto-ley de los controladores; después la militarización de las torres de control y el estado de alarma; y ahora, dos episodios judiciales aparatosos.

La intervención de Zapatero en el hemiciclo nos dejó como estábamos... O peor aún, más alarmados si cabe. Mintió al decir que se vio obligado a adoptar medidas drásticas, porque ya había agotado sus posibilidades de actuación con los controladores. ¿Agotadas? ¿Por qué desde que se aprobó el decreto de febrero no resolvió la homologación de los controladores militares? ¿Por qué se esperó a octubre para convocar 150 plazas de controladores de torre que aún no estaban seleccionados? ¿Por qué se anunció en agosto un acuerdo del que nunca más se supo, como argumentó Rajoy?. El Gobierno ha tenido suficiente margen de maniobra (¡seis años!) para evitar que el conflicto le estallara en las manos y esperó hasta el puente de la Constitución provocando un doble atropello: contra los ciudadanos en los aeropuertos y contra la legalidad por las objeciones jurídicas que suscita tanto el estado de alarma como la militarización de los controladores.
Zapatero tampoco fue capaz de resolver estas últimas. No explicó por qué no recurrió al estado de excepción y sí al de alarma, que se refiere a catástrofes, calamidades, crisis sanitarias o de desabastecimiento. Tampoco fue capaz de dar razón de la militarización del control aéreo, que puede ser inconstitucional (ya que, según el art. 117.5 sólo se debe aplicar en el ámbito castrense o en supuestos del estado de sitio). Ni por qué movilizó al Ejército la noche del viernes, horas antes de que aprobara el decreto de militarización. Y lo más inquietante de todo: dejó en el aire la posibilidad de prorrogar el estado de alarma, algo muy discutible jurídicamente. En lugar de afrontar los hechos y gobernar, como le instaron los grandes empresarios, Zapatero huye hacia adelante acumulando crisis tras crisis, mientras se acumulan botes de humo para distraer la atención.

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