domingo, 29 de agosto de 2010

CABRERA Y SU BONITA ARQUITECTURA

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La arquitectura de la Cabrera un tesoro sin valorar

"León en Madrid"
Revista de la Casa de León en Madrid.

Autor: Concha Casado Lobato

"La arquitectura típica regional es mucho
más seria, natural, ordenada y sencilla
que esa otra que hoy se traslada desde la
ciudad al medio rural, con un deseo de falsa
modernidad y con el afán de estar al d
ía".

Fernando Chueca Goitia

"La Cabrera, un Paraíso en peligro" era el título de un magnífico artículo publicado por Tomás Álvarez
esta primavera con una llamada de atención hacia su notable arquitectura tradicional y su bellísimo
paisaje: dos tesoros que se deben valorar y salvar. Hay que encontrar los medios necesarios para
conseguirlo.

Sí, la Cabrera es, todavía hoy, una de las comarcas más destacadas de la región por su arquitectura
popular. Pueblos como Villar del Monte o Iruela, en la Cabrera Alta, y Forna o Saceda, en la Cabrera
Baja, merecen ser declarados "bienes de interés cultural", También en otros muchos lugares
cabreireses -casi en todos los pueblos- hay conjuntos espléndidos de su arquitectura tradicional, pero
¿por cuánto tiempo? Recuerdo que García Grinda, buen conocedor del tema, nos decía hace solo unos
cinco o seis años, que no había visto en toda la región una muestra tan singular como la calle principal
de Trabazos (Cabrera Baja) con sus corredores de madera a lo largo de la calle, cuya anchura está
práctica mente cubierta y protegida por el vuelo de los corredores y, en muy pocos años, ese entorno
se ha ido deteriorando con nuevas construcciones de materiales y tipologías más propios de barrios
periféricos de ciudades industriales que de un ámbito rural tan bello y con una arquitectura tan en
armonía con el paisaje.

¿Qué hacer para salvar este patrimonio cultural? Ya Tomás Álvarez, en el artículo antes mencionado, escribía: "hay que buscar líneas de ayuda para mantener ese patrimonio, pero con férrea vigilancia para
que esas ayudas no se encaminen a la destrucción, sino al mantenimiento de la maravillosa arquitectura popular. Hay que asesorar y ayudar a los alcaldes, personas voluntariosas y con una enorme responsabilidad, que a veces no son conscientes de la gran trascendencia que tienen sus decisiones para
el futuro del territorio. En este sentido he abogado en ocasiones -escribe él- por la constitución de
consejos comarcales de cultura, integrados por gente de la cultura y de la ciencia, oriundos o no del territorio, pero conocedores del mismo. Estas comisiones deberían trabajar gratuitamente y ayudar con
su dictamen a promover la defensa de lo realmente importante, impidiendo las aberraciones, a veces
hechas con dinero oficial".

Villar del Monte. Chimenea.                                                      Foto: Raquel Álvarez
Villar del Monte. Chimenea.

La maravilla de esa arquitectura tradicional cabreiresa deriva de los materiales y de las tipologías, ambas
cosas armoniosamente enraizadas en el paisaje. Los materiales están extraídos del entorno: piedra, pizarra, paja y madera. Los muros de los edificios -casas, pajares, cuadras, fraguas o molinos están construidos con esquistos y cuarcitas, en forma de lajas o piezas delgadas, que alternan con cantos rodados. En la Cabrera Alta vemos esquistos y cuarcitas de colores rojizos, en pueblos como Pozos, La Cuesta, Villar del Monte o Manzaneda, Los esquistos oscuros, casi negros, contrastan en Iruela con los cantos rodados de cuarzo blanquecino, alternando en hiladas. En Corporales encontramos esquistos de color verdoso o rojizo, alternando también con canto rodado de cuarzo lechoso, Y en la Cabrera Baja veremos los mismos materiales.

Como quedó recogido por José Luis García Grinda: "su color va desde el negro humo de Noceda o Silván,
los grises oscuros con tonos rojizos en Ambasaguas, Trabazos o Sigüeya, a los ceniza de Odollo. En los núcleos más bajos cercanos al encuentro del valle con el del Sil, como Santalavilla o Benuza, se convierten en rojizos casi férricos". Toda una variada gama de color en los muros de las viviendas y de las otras edificaciones auxiliares. Colorido que se proyecta también en muros o herramientos de los huertos y tierras de labor en las cercanías de los pueblos.
De paja de centeno están cubiertas las techumbres de pajares y cuadras. Y en la Cabrera Alta tenemos, entre otros muchos ejemplos, un conjunto excepcional de pajares, con sus hastiales escalonados, en el pueblo de Villar del Monte, ya García Grinda señalaba que en la provincia leonesa es donde existe " el mayor conjunto de ejemplares y tipos de arquitectura con cubierta vegetal del territorio español" y comentaba la recuperación que en Irlanda se ha hecho de este tipo de arquitectura, como símbolo de identidad cultural y como señal de marca de su floreciente turismo rural.

Ambasaguas. Corredores.                                                        Foto: Raquel Álvarez
Ambasaguas. Corredores.

La pizarra es utilizada en las techumbres de las viviendas, con las chimeneas revestidas también de losas toscas,
y en otros edificios, como hornos, molinos, fraguas o palomares. El color grisáceo de este material se ve a veces matizado con los tonos verdosos y amarillentos de
musgos y líquenes. Y losas toscas de pizarra rematan los hastiales escalonados de los pajares con sus cubiertas de paja de centeno. Variedad y colorido.

La madera, generalmente roble o castaño, es protagonista de esos característicos corredores de la vivienda cabreiresa. Corredor cerrado con tablas verticales y un pequeño ventanuco a modo de ventana o corredor abierto con barandillas, que en algunos lugares presentan
interesantes motivos decorativos.

Muchos corredores tienen una parte abierta, con barandillas, y otra cerrada con tablas o un entretejido

de varas revocado con barro. A veces, en el corredor aparece el horno, revocado con barro. El horno, con sus paredes redondeadas hacia el exterior, es pieza fundamental en la casa cabreiresa, suele estar emplazado en la pared de la cocina. Y tenemos también el horno separado de la vivienda, "la casa el forno", una pequeña construcción independiente, quedan interesantes ejemplos en Villar del Monte, Quintanilla de Yuso, Robledo de Losada y en otros lugares.
En las viejas puertas de madera podemos observar esas trancas también de madera, obra del carpintero local, o esos clavos, cerrojos y picaportes de hierro, trabajados en la fragua a golpes de martillo sobre el yunque, Aún se conserva alguna vieja fragua con todos sus utensilios.

Villar del Monte. Horno.                                                            Foto: Raquel Álvarez
Villar del Monte. Horno.

Los palomares abundan en la Cabrera Baja, el mayor número se halla en Robledo de Losada y en Quintanilla, son de planta circular y cubierta a un agua. Las losas toscas de la cubierta se sujetan y adornan con blancas piedras de cuarzo. Estos palomares con sus muros encalados, y encaramados en las laderas cercanas al pueblo, nos recuerdan a pequeños molinos de viento
sin aspas. La Asociación para la Protección del Patrimonio de Cabrera está llevando a cabo la restauración de este conjunto de palomares, utilizando materiales y técnicas tradicionales, con albañiles de la zona y la colaboración del Centro de los Oficios de León.

Queda un gran trabajo por hacer. En primer lugar, sensibilizar a los cabreireses y a las autoridades locales sobre el rico Patrimonio que poseen y el peligro que lo amenaza, pues mientras en otros países desarrollados la

conformidad de la nueva arquitectura rural con los modelos tradicionales se considera positiva, aquí todavía ocurre lo contrario. y, en segundo lugar, las Instituciones deben ayudar y vigilar para que no se pierda un valor cultural de primer orden.

Trabazos. Corredor. Detalle.                                                     Foto: Raquel Álvarez
Trabazos. Corredor. Detalle.


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