NOSOTROS, LOS AUSTRIACOS
Hijo de alemanes, padre de austriacos
Por Juan Ramón Rallo
Durante décadas, la opinión casi unánime de los arqueólogos del pensamiento económico era que la Escuela Austriaca había nacido ex nihilo por obra y gracia de Carl Menger, un economista no sólo desgajado del contexto intelectual de su época, sino incluso enfrentado a la corriente mayoritaria del momento, representada por la Escuela Histórica Alemana de Gustav Schmoller. |
Sin duda, no faltaban razones de peso para llegar a esta conclusión. El que probablemente sea el mejor historiador del pensamiento económico que haya existido jamás, Joseph Schumpeter, escribió en 1915, con motivo del 75 cumpleaños de Menger: "Como si hubiesen venido de otro mundo –sin explicación y sin causa– Menger, Böhm-Bawerk y Wieser aparecieron en la escena económica de aquella época". Schumpeter conocía en ese momento el terreno de primera mano, porque pocos años antes había sido discípulo de Eugen Böhm Bawerk, a su vez discípulo de Menger. El paso de los años tampoco hizo cambiar a Schumpeter de opinión, pues a lo largo de su vida reiteró este juicio en diversas ocasiones; por ejemplo en su libro de biografías de economistas, datado en 1952, puede leerse que "con autonomía y grandeza científica, el trabajo intelectual de Menger se presenta con un marcado contraste frente a su entorno. Sin estimulación externa y desde luego sin ninguna ayuda, atacó el edificio en ruinas de la teoría económica".
Más llamativo aún es el caso del gran Ludwig von Mises, quien en su historia de la Escuela Austriaca señala textualmente que "sin duda, ninguno de sus profesores, amigos o colegas se interesó por los problemas que emocionaban a Menger
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