La doctrina estoica del tío Toni
Toni y Rafa Nadal entrenan en Roland Garros. (Foto: REUTERS)
24 de mayo de 2009.- "Aprendamos a aumentar la continencia, a enfrentar la demasía, a templar la gula, a mitigar la ira".
Lucio Anneo Séneca
Toni Nadal representa la sabiduría popular. El entrenador del número uno del mundo estudió Historia, pero no es un hombre particularmente ilustrado; jugó al tenis, pero nunca tuvo demasiado éxito. Su base argumental es el sentido común, el gusto por las cosas bien hechas. "A todos nos importa ganar. Después, cada uno elige su camino para lograrlo", comenta en una conversación con este periódico.
Habla de tenis desde una perspectiva ética, atento a la formación integral de su pupilo y sobrino. Rafael, como le llama siempre, partiendo del mallorquín ("no me sale Rafa, si lo hiciese así no hablaría exactamente de él, sino de la figura que aparece en los periódicos"), tiene mucho de Toni, si bien, como reconoce el instructor, el armazón venía muy limpio de fábrica. "Es de buen carácter, una persona dócil y receptiva".
Siempre creyó en él, desde muy chico, desde que con ocho años era el mejor en Baleares. La inmensa mayoría no pasa el corte, hace sus pinitos y vara cuando toca dar el salto. "Hay otros con sus valores humanos. Al fin y al cabo es un chico muy corriente. Lo único que le distingue del resto es que ha triunfado".
La formación
Lo ha hecho sin perder el norte, a salvo del envanecimiento al que suele conducir el éxito, más aún si llega de forma tan precoz. "Cuando un árbol se ha torcido es difícil enderezarlo. Desde niño posee una educación normal, como las de antes, conoce unas normas que debe respetar. Con otro entrenador, procedería de la misma manera. Lo consulta todo con sus padres. Es joven y está en formación. Vive con su familia, y pide permiso a sus padres para según qué cosas. Sabe que no puede volver a casa a cualquier hora".
Toni rechaza el exceso de permisividad, la cultura del éxito inmediato, la banalización del esfuerzo, la fragilidad de los referentes sociales. "Demasiadas veces todo vale. A quien tiene éxito se le suele consentir todo, las malas formas, los comportamientos poco edificantes. Mi mujer, licenciada en Filología y ex profesora de instituto, se sorprende de cómo la enseñanza se basa en que el alumno apenas deba estudiar, en la ley del mínimo esfuerzo". Amplía su disgusto a los contenidos televisivos, a la nueva concepción de determinadas formas de ocio. "Vemos demasiado a menudo cosas muy chabacanas, la búsqueda de la gracia inmediata. El cine clásico tenía grandes guionistas, diálogos trabajados. Ahora todo ha de ser ligero, fácil, automático".
El valor de las cosas
Reivindica conceptos sólidos, los que le transmitieron sus progenitores, los que trata de inculcar a Nadal. "A mis padres no les hacía falta decir mucho. Enseñaban con su actitud, con su aplicación en el trabajo. Aprendías pronto que las cosas valían dinero, que debías apagar la luz cuando abandonabas tu cuarto, que debías cuidar los zapatos".
Rafael Nadal, el muchacho, convive así sin conflicto alguno con el triunfador, con el ídolo de masas, porque "él no es especial, es una persona como usted o como yo, lo que le convierte en especial es la actividad que desempeña". Y crece, incluso desde lo más alto, pues defiende una implicación casi artesanal con su trabajo.
"En mi pueblo hay muchos carpinteros y ebanistas. Se enorgullecen cuando la gente reconoce una mesa o una silla hecha por ellos y se esmeran en hacerlo cada día mejor". Nadal es fuerte, extraordinariamente fuerte, cuenta con una entereza anímica muy fuera de lo común, virtudes que, a juicio de su mentor, tampoco son circunstanciales. "Además de disponer de una habilidad natural para esto, tiene una gran predisposición. Desde niño, siempre supo que cada entrenamiento tenía un valor, que cada bola que golpeaba era importante".
En un deporte de enorme exigencia mental, donde la figura del psicólogo es muy frecuente, el manacorense nunca ha precisado ese tipo de ayuda. "Esto es un juego, y nada más que eso. Nos movemos en un mundo donde multiplicamos las necesidades. A este paso, nuestros hijos van a precisar de un psicólogo cuando jueguen al escondite y sean descubiertos".
La otra vía
Toni Nadal admite que "el deporte está lleno de gente que ha triunfado de otra forma". Ahí está John McEnroe, la antítesis de su sobrino en cuanto a pautas de conducta, el jugador iracundo, grosero, visceral, consensuado como uno de los más grandes de la historia del tenis. "Le reconozco un gran mérito, pero me molesta que una persona a la que la vida le ha tratado muy bien se muestre insatisfecha e incontrolada y cree mal ejemplo".
La élite política
El déficit en los mensajes empieza desde arriba. "Uno de los problemas de los políticos es su miedo a no ser entendidos por la ciudadanía como defensores de un concepto harto discutible de libertad. Lo primero que se debe propagar es la disciplina, el respeto hacia los demás y hacia las cosas y el autocontrol. Esto, que parece tan simple, no se difunde mucho. Hay un exceso de celo en la clase política por quedar bien, el temor a que su discurso sea considerado reacccionario. Yo no me lo considero en absoluto. Existe una confusión muy peligrosa en ese aspecto".
Padre de tres hijos, desearía para ellos un mundo sustentado en el civismo y en el compromiso, integrado por ciudadanos que han sido educados con profesionalidad y rigor desde la escuela. "Quisiera que en el colegio primara el esfuerzo, la buena aplicación, el respeto por la figura del profesor, la exigencia, con la obligación de repetir curso cuando no se posean los conocimientos necesarios".
Las premisas
De vuelta a la cancha, reivindica principios sólidos. "El primero es dar un valor al trabajo, saber que un jugador no puede depender de Dios, que no sé si existe, o de la naturaleza, debe depender de su propio esfuerzo. A partir de ahí, ha de ser capaz de aguantarse y metabolizar las situaciones adversas. También ha de saber que vencer resultará más fácil si es una persona educada y normal. Me muevo a partir de la lógica en los entrenamientos y las enseñanzas del tenis que, de alguna manera, son aplicables a la vida".
Crecer desde el techo
"Algunos mueren de éxito, como Ronaldinho, que no tuvo interés en seguir haciendo bien su trabajo. A Rafael le hacen crecer la victoria y el miedo a la derrota, presente en cada partido. En cuanto baja un poco el nivel, están los demás".
Queda, por si acaso, la doctrina del tío Toni, no siempre amable en sus planteamientos. "A Rafael le gustaría tener a un tío menos duro de palabra que yo. Un entrenador ha de ser exigente, porque en caso contrario cuesta más trabajo que las cosas salgan. Hay que poner los cinco sentidos para que no haya un déficit de actitud".
El chico es de carne y hueso. Se enfrenta a atisbos de capitulación. Melbourne. 1 de febrero de 2009. Abierto de Australia. Nadal viene de cinco horas y 14 minutos de semifinal ante Verdasco. Le espera Roger Federer. Está hundido físicamente. Gemelos sobrecargados. Se marea en el entrenamiento. Quedan pocas horas para la final. "'No esperes un milagro', le dije. 'De ti depende que hagas el esfuerzo de tu vida. Difícilmente estarás otra vez tan cerca de ganar un título del Grand Slam. Puedes escucharme o no. Si me escuchas, tienes muchos números para perder, si no lo haces, los tienes todos". Ya es sabido. Nadal derrotó a Federer en cinco sets, tras cuatro horas y 23 minutos. Es el primer campeón español en Australia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario