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La segunda muerte de don Severiano
La retirada de la placa de un maestro sacude a un pueblito cacereño
CARMEN MORÁN - Barrado
"En sus clases no había religión ni política, sólo álgebra, lenguaje", recuerda un antiguo alumnoPrimero lo fusilaron, al poco del golpe de Estado de Franco, tras un juicio militar "injusto, ignominioso y ridículo". Por verter en sus clases doctrina antirreligiosa e ideología política, dijeron. Y hace días, la placa en su memoria ha sido arrancada de la casa donde vivió. "Una segunda muerte para Severiano Núñez", lamentan sus familiares. No hacía ni cuatro años que la cerámica se había colocado en la fachada encalada del pueblo donde nació, Barrado, de apenas 500 habitantes, al norte de Cáceres. Este fin de semana, la familia y los amigos se han reunido allí para conmemorar el 70º aniversario de su asesinato y pedir que se le recuerde de nuevo con una placa o una calle o, ya puestos, las dos cosas.
Ésa es la voluntad del Ayuntamiento, como en su día se otorgó el permiso para la placa, tras un pleno municipal; pero será más complicado que la cerámica vuelva donde estuvo porque la casa pertenece ahora a nuevos propietarios, los que la han arrancado.
Los vecinos amanecieron hace semanas con la noticia de que la placa ya no estaba, y en los días que siguieron pudieron ver un par de pintadas que han despertado la sorpresa a un pueblo poco acostumbrado a protestas. La primera pintada, en la casa recién comprada, acusaba a sus dueños de "fascistas"; la segunda embadurnó otra placa, que ha honrado durante décadas la memoria de otro vecino que murió en la guerra defendiendo las ideas de los que se levantaron contra el régimen democrático republicano. Nunca nadie tocó esa especie de lápida, distinta a todas las del pueblo y que siempre suscitó las preguntas de los niños. Cada uno en su casa dio la respuesta que vio oportuna. Pero allí estuvo siempre, impecable, hasta que la tacharon con pintura. Ya está limpia.
A escala mínima y con más ruido en la prensa regional que el que se escucha en las calles, el pueblo reproduce estos días las mismas manifiestaciones que se registran en el ámbito nacional al calor de la nueva ley para la recuperación de la memoria histórca. Unos piensan que se están desenterrando gratuitamente heridas antiguas, pero los afectados, que no son sólo los familiares, se quejan de la equidistancia históricopolítica que pretenden imponer a unos acontecimientos ante los que no caben dudas: "Algunos murieron en el frente, a otros se les sacó de sus casas y de las escuelas para matarlos previo juicio sin garantías de ninguna clase. Sólo tratamos de que se les recuerde, nada más", dice su sobrino Antonio Sánchez-Marín, que fue quien hurgó en los archivos y rescató su recuerdo. El alcalde socialista, Jaime Díaz, que asistió al homenaje el sábado pasado, espera que entre todos acuerden la solución al agravio: "Hay más de una, se puede colocar la placa frente a la casa en una señal vertical o bien poner una calle", dijo.
Mientras tanto, varios vecinos brindaban sus fachadas para colocar de nuevo la placa, para don Severiano o para el alcalde que asesinaron después de torturarlo ferozmente sin que sus huesos, como los de otro muchacho muerto entonces, hayan aparecido todavía.
En la reunión del fin de semana, uno de los alumnos del maestro en aquellos trágicos días de fusilamientos y depuraciones se encargó de desmentir con rotundidad las acusaciones del juicio que llevó a la muerte a don Severiano y que dejó muda para el resto de su vida a la viuda. "Era un maestro maravilloso, quería a sus alumnos; en sus clases no había ni religión ni política, sólo álgebra, matemáticas, lenguaje. La escuelita apenas tenía unos bancos corridos y una pizarra", decía Erasmo Sánchez el sábado pasado. "Nos enseñó a escribir hasta con la gacha, por si algún día teníamos que hacerlo así. Era serio y si algún alumno faltaba a clase ya estaba avisando a la familia; estaba siempre vigilante. Era respetuoso y cariñoso, los alumnos a los que nos dio clase no lo olvidamos", añadió.
*Fuente : EL PAÍS - Última - 18-09-2006
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