miércoles, 29 de octubre de 2008

11-M - LAS TRAMAS SUPERPUESTAS

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1. Las tramas superpuestas

Desiertos y montañas
En su comparecencia ante la Comisión 11-M, el ex-presidente Aznar hizo dos afirmaciones que levantaron una inmensa polvareda. La primera de ellas fue que "los atentados tenían por objetivo el vuelco en las elecciones", y hace poco hemos conocido (gracias a un documento hallado en el ordenador de uno de los terroristas) hasta qué punto era certera esta frase. La segunda de las controversias la levantó Aznar cuando afirmó que "los que planificaron y escogieron precisamente esa fecha no andan en montañas lejanas ni en desiertos remotos".

Esta frase fue pronunciada hace sólo siete meses, pero parece que hubiera transcurrido una eternidad. Sin embargo, por muy lejana que parezca, al final está resultando ser también enormemente certera, a la luz de los datos que hemos ido conociendo. Porque las revelaciones periodísticas y la reciente desclasificación de decenas de miles de folios del sumario han dibujado ante la opinión pública una imagen del 11-M que nada tiene que ver con la que trataron (con tanto éxito) de vendernos desde el mismo día de los atentados.

En esta serie de artículos sobre los enigmas del 11-M, intentaré explicar por qué considero certeras esas palabras de Aznar, repasando lo que se sabe de aquellos atentados y también las incógnitas que continúan existiendo. Diecisiete meses después de la masacre, las incógnitas siguen siendo más numerosas que las certidumbres, pero hemos alcanzado un punto que al menos nos permite distinguir la información relevante entre el alud de cortinas de humo que desde el primer momento rodearon a estos atentados.

Un mar de enigmas
Son muchas las cosas que todavía ignoramos. No sabemos, por ejemplo, qué explosivos se utilizaron en los trenes, ni quiénes fueron exactamente los que colocaron las mochilas-bomba, ni cómo fueron los terroristas a Alcalá, ni quién eligió la fecha de los atentados. Resulta desalentador comparar lo que sabemos con lo que la Policía inglesa ha descubierto del 7-J en sólo unas semanas. ¿Se ha fijado el lector, por ejemplo, en que nadie nos ha mostrado una imagen de los terroristas del 11-M? En Londres, la Policía localizó rápidamente fotografías de los terroristas suicidas subiendo a los trenes, después de revisar las grabaciones de las cámaras de seguridad, y esas fotografías fueron aireadas en todos los medios de comunicación. ¿Dónde están las imágenes correspondientes de los atentados de Madrid? ¿Dónde están las grabaciones de las estaciones de tren madrileñas? ¿No había ninguna cámara activa el 11-M en ninguna estación? ¿Y en los establecimientos comerciales próximos a la estación de Alcalá?

Como veremos a lo largo de esta serie de artículos, no son las de las estaciones las únicas imágenes que nos han hurtado, ni tampoco es éste el más importante de los enigmas. A lo largo de los últimos meses, y mientras el gobierno insistía en que todo estaba claro en el 11-M, unos pocos medios de comunicación nos han ido revelando la presencia de numerosos confidentes policiales en la trama, los sucesivos avisos que fueron llegando a distintas instancias, la participación de miembros de las fuerzas de seguridad en aspectos clave de los atentados, los intentos de ocultar información al juez Del Olmo, .

A lo largo de los próximos artículos, trataré de exponer los hechos que conocemos, basándome fundamentalmente en los datos que han quedado acreditados a lo largo de la instrucción judicial. Intentaré, siempre que pueda, presentar esos hechos sin abrumar al lector con nombres, lugares y fechas, porque soy consciente de que resulta fácil perderse en esa maraña de datos. De hecho, la confusión que existe en torno al 11-M se debe en buena medida a las pistas falsas que parecen conscientemente dejadas para dificultar la investigación policial y judicial, quizá porque la forma más sencilla de tapar una información incómoda es sepultarla en un mar de información irrelevante.

Las diversas tramas
En realidad, todo el embrollo de implicados y detenidos del 11-M no es tan complicado como parece. Las tramas que confluyen son cuatro, una de las cuales no tiene en realidad nada que ver con la masacre. En próximos artículos profundizaremos en cada uno de los temas, pero vamos a hacer un resumen preliminar que ayude a comprender mejor las explicaciones.

La milagrosa mochila que se encontró en Vallecas la misma noche del 11-M
(y que muy posiblemente fue "colocada" para dirigir las investigaciones en el sentido deseado) condujo a la Policía con sorprendente rapidez a la primera de las tramas, la que se ha dado en denominar "los pelanas de Lavapiés".
El 13-M eran detenidos, en plena jornada de reflexión,
tres marroquíes y dos hindúes,
y en los días sucesivos se producirían unas cuantas detenciones más de personas relacionadas con las anteriores.
A fecha de hoy,
está claro que aquellas primeras detenciones estaban previstas por los organizadores del 11-M simplemente como primera cortina de humo, una cortina de humo que habría de tener, eso sí, una importante influencia en las elecciones.
A fecha de hoy, de aquellos detenidos no queda nadie en la cárcel, salvo la última cabeza de turco, Jamal Zougham, sobre quien tendremos ocasión de hablar largo y tendido.

Una semana después de los atentados, las investigaciones policiales ya habían conducido a la identificación (aunque no a la detención) de varios miembros de la segunda de las tramas, la de los suicidas de Leganés.
El carácter mercenario de este grupo lo acredita el hecho de que sabemos exactamente cuánto dinero se ofreció por colocar una mochila-bomba en los trenes: 3.000 euros.
Los datos del sumario apuntan además a que esta trama, formada por vulgares chorizos reclutados en el mundo del hampa, jugó un papel fundamental tanto en la logística de los atentados como en el establecimiento de las diversas cortinas de humo.
Sabemos también que el dinamizador del grupo era Jamal Ahmidan (El Chino) y que formaban parte de ella otros cuatro de los siete suicidas de Leganés.

También una semana después de los atentados se producían las primeras detenciones de miembros de la trama asturiana (la tercera trama), que estaba compuesta fundamentalmente por confidentes policiales y trabajadores de las minas de caolín asturianas.
No está todavía claro que los explosivos de los trenes salieran de las minas asturianas.
De hecho, hay indicios más que suficientes para por lo menos sospechar que la trama asturiana no es más que la segunda de las cortinas de humo tendidas por los organizadores del 11-M, pero sí parece demostrado que los asturianos suministraron al menos la dinamita encontrada en las vías del AVE, así como la que apareció en el piso de Leganés después de la explosión.
Aunque la verdadera importancia de esta trama asturiana reside en otro aspecto: su simple existencia y la condición de confidentes de varios de sus miembros lleva a la conclusión ineludible de que los preparativos del 11-M tuvieron forzosamente que ser conocidos en determinados ambientes policiales y de inteligencia.
Las preguntas que no sabemos todavía responder (porque la Comisión del 11-M se ha negado a investigarlo) son: ¿Hasta dónde llegó esa información? ¿Por qué no se pudo parar el atentado? Como contacto entre esta trama y la de los suicidas aparece un personaje peculiar, Rafá Zouhier, del que también tendremos ocasión de hablar.

El núcleo duro del 11-M

Finalmente, la cuarta trama.
Dos semanas después del atentado (en torno al 26 de marzo) se identificó y localizó a los primeros miembros del núcleo duro del 11-M, que estaba articulado en torno al "piso franco" que los hermanos Almallah poseían en la C/ Virgen del Coro de Madrid.
Este núcleo duro, como luego pusieron de manifiesto las investigaciones judiciales, estaba formado por Moutaz Almallah, Mouhannad Almallah (el presunto terrorista afiliado al PSOE) y varios otras personas, casi todas de origen sirio, muchas de ellas nacionalizadas españolas, muchas de ellas casadas con españolas.
Como enlace de este grupo con el de los suicidas de Leganés aparece El Tunecino. Fue este grupo el encargado de tender la primera cortina de humo que condujera a detenciones el 13-M, fue este grupo el encargado de alquilar a los suicidas de Leganés la casa de Morata de Tajuña y es también este grupo el que aparece vinculado a algunas personas pertenecientes a la trama española de Al Qaeda.

Si este núcleo duro del comando hubiera sido desarticulado en el momento en que se identificó a sus principales miembros (en torno al 26 de marzo) es posible que hubiera podido evitarse la explosión de Leganés.
Sin embargo, la explosión de Leganés hizo que desaparecieran los componentes de la trama mercenaria y alguno de los miembros del núcleo duro del comando (El Tunecino y Lamari), con lo que se perdieron datos fundamentales para el esclarecimiento de los hechos.
De todos modos, nadie acomete una operación como la del 11-M sin dejar cabos sueltos y es en tirar de esos cabos donde se han centrado las investigaciones judiciales, como tendremos ocasión de comentar.

Es mucho lo que queda por investigar y es de esperar que pasen todavía meses antes de que empecemos a vislumbrar una solución a los numerosos enigmas.
Pero ya sabemos al menos un dato fundamental: la presencia de mercenarios indica, sin posibilidad de duda, que el 11-M fue un crimen de encargo.
¿Quién dio la orden de contratar a los mercenarios que luego morirían en Leganés?
No lo sabemos, pero por lo menos somos conscientes de que lo que debemos buscar no es únicamente a los subalternos que colocaron las mochilas, sino a quienes les encargaron que las colocaran.

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