domingo, 7 de septiembre de 2008

CAMINAR RETRASA LAS DEMENCIAS

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La actividad física suave y regular frena el deterioro cognitivo y los primeros signos del mal de Alzheimer.
Estudio australiano.
No es la primera vez que un estudio destaca las bondades de la actividad física para conservar la salud. En esta ocasión, 'The Journal of the American Medical Association' ('JAMA') incide en las ventajas del ejercicio para retrasar la aparición de Alzheimer y otras demencias en pacientes mayores que ya están experimentando algún perjuicio en sus funciones cognitivas.
Los responsables del trabajo llegaron a esta conclusión después de reclutar y evaluar a 138 voluntarios mayores de 50 años que, a pesar de no cumplir los requisitos de ninguna demencia concreta, sí tenían más riesgo de desarrollarla porque manifestaban dificultades relacionadas con la memoria.
La mitad de la muestra llevó a cabo un programa de ejercicio basado fundamentalmente en caminar a lo largo de varios días a la semana. El objetivo fundamental era incrementar en 150 minutos semanales el nivel de ejercicio que se llevaba a cabo. El resto de los participantes siguió con sus cuidados habituales e, incluso, tomó un fármaco para tratar de preservar sus funciones neurológicas.
Al cabo de seis meses de seguimiento, los científicos llevaron a cabo diversas pruebas y comprobaron que los primeros obtenían mejores resultados objetivos en las escalas que miden la presencia de síntomas relacionados, tanto con el Alzheimer como con otro tipo de demencias.
- Beneficios amplios
Estos especialistas destacan que si bien los familiares, cuidadores e, incluso los propios pacientes no se habían percatado de dichos avances, éstos eran modestos, pero estadísticamente significativos.
En este sentido, cabe tener en cuenta que, un retraso en el diagnóstico de estas dolencias supone una mejoría considerable tanto para el afectado como para su entorno.
De hecho, los cálculos apuntan que en 2050, y si se sigue el patrón de crecimiento actual, habrá más de 106 millones de enfermos de Alzheimer en todo el mundo y que por cada 12 meses que se logra estar libre de este diagnóstico, se ahorran más de nueve millones de casos al año en todo el planeta.
Por otro lado, los beneficios de llevar a cabo una actividad física van más allá. «Al contrario de lo que ocurre con los medicamentos, que no han logrado unos efectos significativos en tratamiento del deterioro cognitivo leve, está plenamente demostrado que los beneficios del ejercicio no se circunscriben a las habilidades cognitivas solamente; también están relacionados con el mejor estado de ánimo, menos depresión, una mayor calidad de vida, la prevención de caídas, la función cardiovascular y una menor discapacidad», destacan los investigadores.
En este sentido abunda el editorial que acompaña a la investigación. Los avances médicos y sociales de las últimas generaciones han prolongado la esperanza de vida, pero también han elevado el riesgo de demencia.
«Es hora de que además de los recursos médicos convencionales, se promocionen otros factores ligados al estilo de vida, como el ejercicio, la educación y la atención sanitaria, la nutrición, la promoción de entornos adecuados y las facilidades para llevar una vida activa y participativa para contribuir a un incremento del bienestar en la última etapa de la vida», concluye el documento.

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